No es que no seamos
los mismos,
ni que hayamos
cambiado tanto,
tan solo hay más tiempo
en nuestras existencias,
nos hemos hecho más buenos
o tal vez más malos.
A unos no nos cabe
ya el alma en el cuerpo
y otros tan solo son cuerpo.
El niño que fui
y el adulto que soy
están a punto de encontrarse
en el mismo punto del circulo.
Los años nos cambian el rostro
nos erosionamos en la carne
pero los más fuertes
sobrevivimos en el alma
al final de nuestros días
terminamos siendo despojos
alimento de los gusanos,
de que ha servido el dinero
si no nos ha salvado
del mortal designio
y aún así por él se desatan
todas las guerras.
En una sociedad que todo vende
se vende también amor,
hay gente que se lucra del dolor
sin importar si es un niño
quien lo padece.
Me da asco este tiempo
donde para ser alguien
debes tener gran capital.
El peor pecado de la época
pisotear el arte,
volverlo una vulgar mercancía
que si no se vende
no sirve ni para reciclaje.
Otro gran pecado de estos tiempos
darle poder al imbécil
ponerle coronas de grandeza
cuando no han podido
levantarse del suelo,
pero más grave aún
saber que estamos perdidos
y que no hacemos nada
para encontrarnos.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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