Ver el paso de cada cana que brotaba de mi ondulada cabellera,
sentir que, con cada ráfaga de viento en mi cara, esta se mantenía inmutable,
ver el amanecer que mis ojos contemplaban cada mañana
sentir cada rayo de sol del atardecer taciturno, es igual que hace años
atardecer que se posa sobre la sien de mi cabeza,
cabeza llena de recuerdos
de reclamos,
de miles de cosas por hacer, sin hacer.

Soledad
que deambulas sobre este gran cuarto,
lleno de cachivaches
lleno de suspiros
de respiros,
soledad, aparatosa soledad
que brotaste en este cuarto década tras década
que no dejas paso sin marcar,
que no dejas marca pero que acechas.

Poseído por el gris y oscuro tono de la esperanza
de la esperanza de vivir en soledad,
sumergido en el cuarto de mi cuerpo
en el cual la soledad,
no deja de andar,
de cuchillear,
de torturar
de consolar,
de amar
soledad de soledades,
que embarga mi estado de inanición,
soledad, dulce y amarga soledad.