HORMIGAS VOLADORAS
(El poema)
He preferido hablar de cosas
imposible porque de lo posible se
sabe demasiado.
Preferí escribirle un poema a unas hormigas voladoras antes que a ti.
¿Has visto cómo crecen las
plantas?
Al lugar en que cae la semilla
acude el agua:
es el agua la que germina, sube al
sol.
Acudes tú;
Hormiguita voladora,
dónde las hojas son del viento.
Por el tronco, por las ramas,
el agua asciende al aire,
como cuando te quedas
viendo el cielo con tus instintos,
y tus ojos empiezan a evaporarse;
ese cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma poeta,
araña el corazón de la vida.
Calles, veredas,
selva , monte,
cabellera de tormenta.
Agitas alas , dichosa hormiguita.
Vuelas...
Una lluvia desciende desde la
nada;
la ventana de mi oficina deja ver
los movimientos...
Cada vez que te levantas
tu cuerpo pide disculpas,
con su ir y venir con
algo pequeño y menguante.
Piel camuflada en el dorado del sol.
Y en la suerte de todo frutal
realizas la labor.
¿Quién parará la lluvia?
Dime quien escribía versos, dime quien era,
a esa mujer secreta;
¿Cómo llegaste hasta aquí? Hormiguita...
Al borde mustio del cordón,
dónde ella solía declarar su amor.
Las plantas crecen de un día a otro.
Es la tierra la que crece;
se hace blanda, verde, flexible.
El terrón enmohecido, desvanece,
la costra de los vicios en los árboles,
se desprende, regresa.
¿Lo has visto?
Las gotas ensanchan su panza, crecen,
se sueltan
y se suicidan.
Las plantas caminan en el tiempo,
sin moverse, como el amor,
no de un lugar a otro:
de una hora a otra hora.
Es natural como el deseo,
sí, sí;
ese deseo que guarda la pasión,
antiguo secreto de la naturaleza;
y el cielo se resuelve en lluvia.
Daniel O. Jobbel |