Cuando llueve y es de noche, la brisa hace carreteras con los recuerdos, edifica imponentes puentes y hay un toque de queda en el corazón.
Como es de esperar la imaginación hace el resto, evoca musas inventadas y las pinta con precisión en los lienzos que cobija el frío y afuera, de repente, la caricatura de un relámpago adolescente se hace eco en un beso entre dos nubes fugaces.
La lluvia va degollando lágrimas y desangrando memorias que fueron quedando estancadas entre las basuras de comienzos y el atraso de finales amontonados, como historias que fueron, no serán, olvide y espero nada mas.
El agua fluye como burbujas que van explotando entre ilusiones heridas y en la garganta un nudo ahoga los gritos de un llanto que va saliendo de un velorio y se dirige a cualquier bar metido en una botella de esas que uno tira al mar con mensajes cursis o poemas tristes.
La noche se acobarda detrás de las nubes y estas hacen el rol de asustar las emociones y la función aunque sea gratis, algo te cuesta porque en los bolsillos solo encuentras recodos de esquinas con nombres que te olvidaron y alguno que otro tibio perfume que cruza entre las rafagas del alma que se petrifican en viento.
Yo, brincando entre el lodo, jugando al escondite con mis fantasmas, ignoro alguna voz que me pide cordura y a través del espejo que forman los charcos en sentimientos que me niego a dejar ir, descubro que alguien olvido darle cuerda al corazón y este esta apagado hace no se cuanto tiempo, y de esto han de ser siglos porque yo sigo soñando dentro de mi ataúd, esperando la hora de volver a despertar y jugar a estar vivo muriendo en cada beso y reviviendo en cada razon, que la lluvia me de para repetir esta historia con nuevos comienzos, restos de finales y porque no, algún descalabro sentimental que encuentre a medio precio, en tiendas persas, en los ojos de una bruja que cante en el baño y escriba estupideces en facebook.

Como han cambiado los tiempos.