Mi pequeño mundo era del golpe de una mirada, tan breve tan fugaz, pero a la vez tan mágico. Podía perderme en esos cinco minutos de tu mirada, en esa tierna manera de recorrerme el espíritu, de descifrarme con cada pesatañear y yo quedándome sin estrategias, sin coraza tan indefensa, tan yo.
Ahora llueve y no estás. Mi mundo poco a poco se desvanece porque sigo aún en tu mirada. Tengo miedo de no recordar todo esto y por eso lo escribo para recordarme que viví por cinco minutos, viví lo que uno busca toda una vida y claro que valió la pena! aunque ahora esté muriéndome.
Historias tengo muchas, puedo decirlo casi sin temor a equivocarme. Mi vida entera se compone de todos estos fragmentos de vida, de casualidades, de quizás, de y si pudiera, de lanzarme a todo o de quedarme sentanda esperando al siguiente bus. Pero esta vez, por una vez en mi vida me arriesgué, cogí todo el valor que acumulé en estos treinta y algo de años y me arriesgué. Me estoy muriendo pero sigo viva! Aún hay vida en mi!
Y no se trata de un romance, de sólo unos ojos de una frase, se trata de saber que aún hay vida para todo, para escribir, para reinventar historias. Nosé tengo tiempo para algo, para algo grande o para algo pequeño pero, que más da! Tengo tiempo, aunque esté muriendo.
Qué hago? Qué es lo primero que debo hacer? Decir Te quiero? Lo siento? Te extraño? No me olvides, no te he olvidado, aún eres importante para mi, aún te recuerdo. A quién escribo primero?
Después de que te desangras ya nada realmente importa, la gente te observa desde lejos porque le tienen miedo a la muerte aunque en realidad puede ser que tú estés más vivo que ellos. Estamos tan acostumbrados a no sentir, que cuando algún chispazo de vida asoma hay que aferrarse a ello, aunque tengas que venir a escribirlo.
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