Cruzaba el parque aquel cuando comenzó a llover. Rápidamente la gente corrió a protegerse del agua y el parque quedó desierto, desolado y triste. Sin embargo ella no huyó y se quedó sentada en su banco de madera al lado de las margaritas. La lluvia no parecía molestarle. Le pregunté por qué no se protegía del agua que caía y ella no respondió, solo me dijo : Acompañame a cortar flores. Entonces la acompañé a cortar diversidad de flores del parque mientras caían incesantes las gotas de lluvia. Descubrí entonces el placer de cortar flores y dejarlas como adornos en los árboles, las fuentes de aguas, los bancos de hierro y madera, sobre la estatua de bronce mojada e indolente. De pronto en el parque bajo la lluvia había flores por todos lados, en las cortezas de los árboles, en las pagodas, en los surtidores, en las alhambras, en la fuente de los peces...
flores en su cabello. Luego la lluvia se detuvo sobre el parque aquel y el sol apareció entre dos nubes que parecian dormidas. La busqué pero ella se había ido junto con la lluvia, recordé entonces las flores, las que estaban en todos los sitios... flores en el parque, flores en la lluvia, flores en su pelo... solo no estaba La niña de las Flores.