Un hombre y una mujer, ¿sentados en la banca de un parque o al frente de una pintura en un museo? Pensándolo bien, nunca he ido a un museo. Sí, en una banca en un parque. ¿Amor o desamor? ¿Vida o muerte? No sé, suelen ocurrir tantas cosas.
¿Un niño comiendo un algodón de azúcar en ese parque, pájaros volando? No, hoy no; es un día oscuro, lluvioso. Un día de abril o agosto, me gusta más abril. Talvez un hombre mirando todo desde una ventana que da hacia la calle. Un sillón, una chimenea, un viejo fumando con pipa, leyendo e imaginando, ¿quién sabe? Sí, abril, es mejor que agosto, es más corto, menos oscuro.
Un abrazo, una despedida, un beso mortal, un fin de encuentro; un niño jugando a la pelota en una calle, junto con otros compañeros; la pelota que es un reloj, que hay que coger a patadas para saber la hora. Que cosa tonta es esa, que un reloj es una pelota. Todo el mundo sabe que una pelota es eso y nada más, o ¿talvez no? ¿Alguien nos estará engañando para pensar que un reloj es un reloj y nada más que eso?
Una noche, una solitaria luz encima de un escritorio, una maquina de escribir pariendo palabritas juguetonas, que salen de la hoja y empiezan a saltar de aquí para allá en un juego loco, antes de que crezcan y se queden muy serias en una hoja en blanco. Un escritor-cazador de palabras, que las encarcela y no las deja ir a ningún lado. Talvez eso, o talvez un hombre soñando como escribir un cuento que no le sale. |