Nos conocimos hace muchos años,
cuando el toque del amor nos convocó a sus filas.
cuando celados por el mandato de la vida
gozábamos cada momento riéndonos de todo.
No había sombras en el camino,
tampoco polvo ni vientos contrarios,
no había espinas en el matorral,
ni temor en la caída.
Ni cabían temores ni dudas en nuestro horizonte.
todo era transparencia,
paz y compás en el junglar,
cierta curiosidad al preguntar,
pero todo era ejemplarmente normal.
Sólo que el tiempo insensible todo cambia:
Hace que abandonemos la festiva niñez,
que la piel deje su tersura y se haga dura;
que en la cara haya marcas y verrugas,
y que el alma en emociones se asome y deje ver.
Ahora, ya no somos los mismos.
No, somos aquello que el tiempo hace ser.
La libertad sin nombre ayudó en este prodigio,
el saber amar, optar y decidir fue el gran descubrimiento,
que favoreció la sorpresa y el hallazgo genuino:
en este momento soy otro, distinto del que viste ayer.
Acércate a mí, pues,
pero con un cierto sentido de sorpresa y curiosidad,
y busca en mi rostro, en mis manos y en mi voz
algunos indicios del cambio, de lo nuevo, de algo más;
porque lo más seguro es que he cambiado....
Yo iré a ti con el mismo respeto y admiración...
porque hoy, después de la última vez que te traté,
tampoco serás tú la misma.
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