Crucifixión

Cuando pienso, Señor, lo mucho que sufriste
clavado como estabas en el duro madero
mi alegre corazón se pone triste
y se llena de abrojos mi sendero.

Ofrendaste tu vida en el monte calvario
para salvar las almas de gente pecadora
y tu rostro marcado en el blanco sudario
es símbolo inequívoco de actitud redentora.

¡Cómo duele saber tu increíble martirio
a la vista burlona del verdugo inclemente
mientras el dolor profundo te llevaba al delirio
implorabas perdón por todos los presentes!

Como predestinado, hijo del Padre-Dios
cumpliendo una misión de nobleza sin par
ahogando un gemido demostraste tu amor
y exhalando un suspiro partiste al más allá.

Me pregunto, Jesús, si morir en la cruz
-enorme sacrificio- ha valido la pena
y si acaso tu ejemplo cual un rayo de luz
ilumina la mente de personas perversas.

Que tu muerte tan triste, fruto de tan cruel vía,
como gesto de entrega de profunda humildad
permanezca imborrable hasta el fin de los días
como marca indeleble para la humanidad.

Alberto Vásquez.