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Cap. VIII

Samuel intenta desesperadamente en encontrar una pronta solución. Los documentos que he estado revisando antes del suceso más extraño que he vivido hasta este momento en mi vida y mi profesión como psiquiatra, no han ayudado a entender los eventos que han sucedido hace unos pocos minutos atrás en mi consulta, donde nos encontrábamos con mi colega descansando después de un día completamente estresante y agobiador respecto al avance que intentamos llevar a cabo.

Yo, Fernando, como psiquiatra, puedo dar cuenta de algunas teorías respecto a crisis de múltiples identidades y también confirmar a ciencia cierta del poder de estas personalidades al traspasar la barrera del cuerpo que las posee. Dentro de los documentos e informes que hemos tomado junto con Samuel, hemos encontrado varios casos confirmados y a pesar de ser algo conocido para nosotros en ambas áreas de nuestros estudios como médicos, las dudas afloran y se acumulan en pilas de hipótesis que no se acercan a nada al caso en el que estamos tratando. Ni por síntomas, ni por repercusiones, ni por declaraciones del mismo paciente, ni por experiencias anteriores y por sobre todo, ni si quiera por lo que acaba de ocurrirnos.

No entraré tanto en detalles de lo que Samuel ya escribió en la entrada anterior, pero debo recalcar que ambos estamos cansados, agotados y frustrados. Además del estrés con el que estamos lidiando, el poco descanso que conlleva estar a cargo de un paciente crítico y en una etapa muy elevada de lo que creemos es su enfermedad, nuestra mente también ha sufrido los estragos del contexto en el que estamos parados dentro de la investigación y cuidado otorgado a NSM. Hemos entrado en una fase demasiado peligrosa, tanto para el paciente como para nosotros mismos, en la cual nos estamos desgastando más de lo que estamos progresando intentando hallar la cura, si es que la hay.

Mis dudas acerca de la enfermedad que posee nuestro amigo nos ciegan a creer con alta propiedad de argumentos que se trata de una personalidad con un gran poder energético y electromagnético, visible en las sesiones de electroencefalograma y en los relojes detenidos (o atrasados, mejor dicho, ya que, éstos vuelven a funcionar una vez que cesan los ataques de nuestro paciente). Samuel quiere confirmarlo al modo científico y ha tenido la idea de conseguir un galvanómetro para medir el campo que generan las crisis de NSM bajo control de equipos médicos y testigos del equipo que ha decidido trabajar en conjunto para dar de una vez por todas con la esperada solución.

Samuel se ha puesto del lado drástico en sentido de que, según él, en algunos casos hay que seguir el cuento de la personalidad para estabilizarla y entablar una relación con ella. Esto se traduce en que creamos que NSM está realmente comunicándose con entidades que no pertenecen a este mundo y que son violentos de por sí, como lo hemos notado ya tanto en los ataques del paciente como en las declaraciones de él mismo hace unas horas atrás en el hospital. Sin ánimos de sonar poco serio, me gusta la idea de que fueran realmente extraterrestres como dice NSM. Sería realmente mucho más fácil de trabajarlo entendiendo el problema como algo real y no algo desconocido como lo ha estado siendo desde que estamos a cargo de él.

Por otro lado, necesitamos que NSM pueda descansar un poco y no vuelva a tener un ataque en lo pronto, ya que dudo de su integridad emocional, física y mental con otro evento de proporciones similares al que tuvo. En este sentido, estoy de acuerdo con Samuel al no forzar ninguna situación estresante y mientras se mantenga en el hospital con un equipo dedicado, creo que podremos ralentizar un poco el tema de que declare una lucha de identidades, como lo hemos catalogado bajo algunos conceptos psiquiátricos junto a Samuel y al equipo.

Veo preocupación en mis compañeros, miedo y duda en Samuel sobre todo. Después de la situación que nos ha ocurrido hace unas pocas horas, lo he notado ido, nervioso, casi al borde de una crisis de pánico. Me ha contado que durante la parálisis que sufrimos, vio alucinaciones que, según él, representaban el miedo de nuestro paciente. Una figura humanoide caminando (o más bien casi reptando), agachada por la altura paseándose por la pieza frente a mi oficina de consulta que es donde nos encontrábamos. Un ruido lejano pero punzante, parecido al de una campana, acompañado de “estática” como si hubiese estado parado al frente de un parlante a muy alto volumen o quizás un tocadiscos girando sin un vinilo puesto. Me dice que a ratos su cuerpo se hipersensibiliza y siente escalofríos y algo de viento cerca de la nuca, pero asume que son cambios de presión dado el estrés. A ratos me mira tratando de buscar algo o comentarme algo, pero se arrepiente. Algo realmente afectó a mí colega y no queremos concluir aún de que la enfermedad con la que estamos tratando sea de carácter contagioso, como bien lo escribió él en la entrada anterior. Me encantaría tener más fuentes que estos pocos documentos que me trajo, que no se acercan ni a un centímetro con lo que estamos lidiando. Muchos casos son parecidos en síntomas, incluso en signos visibles y físicos. Pero les puedo confirmar que ni las fotografías de algunos casos son como los rasgos que hemos descrito hasta este punto respecto de NSM.

Son las 12.32 am, Samuel se toma un café parado en la cocina y yo sigo intentando hacer conexión con los casos de los documentos. Nada parece lógico y eso me divierte y me preocupa. Tener un caso original de este nivel y en esta época es bastante poco probable. Suena el teléfono de mi oficina y siento una taza quebrarse a lo lejos, me levanto rápidamente para ir a ver a mi compañero que contestó el teléfono: NSM ha desaparecido del hospital y el enfermero de turno está en shock. Samuel no quiere manejar. Tomo las llaves y salimos de mi departamento corriendo por las escaleras.

Miro la hora y algo no coincide. Mi reloj se ha vuelto a atrasar. Le pregunto a mi colega qué hora tiene y su cara me da la respuesta mientras saca su teléfono para confirmarlo de nuevo. No estamos locos, de eso puedo estar seguro, pero si esto sigue en el camino que está tomando, espero no nos trastorne más de la cuenta.

El hospital está a unos 13 minutos de donde estamos, escucho unas sirenas a lo lejos y me cercioro de que no venga una ambulancia detrás de nosotros. Cuando pongo la vista de nuevo en el parabrisas es demasiado tarde. Una figura de más de 2 metros de altura aparece de la nada frente a nosotros y Samuel grita desesperadamente “¡es lo que vi!” mientras se afirma para recibir el golpe contra el capó del vehículo. Antes de arrollarla a unos 50-60 km/hr. se escucha un sonido seco, el auto vibra y a pesar de no ver pasar nada por sobre el auto, tampoco se siente que algo haya pasado bajo las ruedas. No tuve tiempo ni de frenar, a pesar de ello no veo rastros del cuerpo una vez que me detengo y bajo a revisar. El capó tiene un abollón considerable, pero no hay rastro de la figura, estoy entrando en shock, cuando vemos pasar por el otro lado de la calle, a menos de media cuadra de distancia, a NSM en dirección opuesta con su cara desfigurada, acelerando a tope sobre un auto burdeo que patina sobre el asfalto con intenciones de estrellarse contra un muro. No tengo tiempo para nada más que verlo chocar y escuchar el sonido de metales torcerse y vidrios romperse ahogando el quejido de nuestro paciente. Samuel simplemente se baja del auto para tomarse la cara antes de llamar a una ambulancia, cuando me doy vuelta para ver su cara de sorpresa y preocupación, ya no quise más guerra, la figura estaba detrás de él, me desmayé en el instante. No supe más de mi colega y amigo. Tampoco de NSM.

Texto agregado el 11-04-2017, y leído por 39 visitantes. (0 votos)


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