Crónica futurista
18 de marzo del año 2091 – ESTACIONES DERRUIDAS
¡Cuidado! Puede ser mucho antes de esta fecha, si a algún gobernante desquiciado se le ocurre jugar con teclas y botones…
Estaciones de inicio y de punta de rieles, en un mundo de relaciones mecánicas,
manejado por deseos automáticos, satisfacciones virtuales y ambición desmedida;
insertas en una red de vías cibernéticas, que se desplazan con velocidad al cuadrado.
Allí todo se dice, se escribe, de decreta y se grita muy fuerte por medios digitales;
con palabras de léxico dactilar, de eco metálico, en amplitud modulada y alta fidelidad.
Discursos carentes de sentido emocional, sin rodeos ni disfraces, caretas o eufemismos,
para que todos entiendan y obedezcan como dóciles corderos la voz dictatorial.
Todo en pantallas expandibles y altavoces estridentes, programados en pixeles y decibeles en HD.
que exigen mínimas y máximas cantidades precisas de bits, bytes, megabytes y terabytes;
dentro de márgenes regulados por señalética virtual con direcciones preestablecidas.
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Se va el siglo XXI, los relojes individuales se pierden en tiempos dispares de estaciones inversas,
transformadas en colinas de escombros, como hitos de un mundo devastado y disperso,
que insensibles se revuelcan en lenta agonía, embebidos en un coctel de llanto salobre,
revuelto con semen de agónicos orgasmos que no engendran vida ni producen placer,
sólo son estertores silentes, encubiertos y callados en orgías de seres desquiciados.
Hoy 2091, sólo quedan catacumbas de Sodomas modernas, de hierro, cemento y dinero,
derruidas por la autocracia gobernante que indolente accionó el botón de ojivas nucleares.
Hoy sólo germinan flores solitarias y oxidadas, coloreadas con herrumbre calcinada,
en desiertos que ayer fueron, patios de escuelas, vergeles de trigo y campos de pan.
Hoy sólo hay estériles llanuras sin agua, sin nutrientes y carentes de semillas,
en las que se dibujan, tan solo cauces sedientos transformados en ríos de sal.
Hoy sólo quedan restos de muros sucios y árboles muertos cubiertos de polvo radiactivo,
en los que se mimetizan sierpes resecas, víctimas de la ausencia del ozono protector
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Relojes, cibernética, informática, automatismo, energía nuclear, física cuántica y locura.
Dictadura, inconsecuencia, destrucción, escombros, catacumbas y cementerios de esperanzas…
¡Tanto andar! ¡Tanto trabajar! ¡Tanto luchar por vivir, convivir y… sobrevivir!
¿Por qué? ¿Para qué? Otro final y otra vez… ¿Volver a empezar?
Tendremos que ir de regreso por el camino que en conciencia destruimos
y volver a transitar los estamentos de los milenios desperdiciados y mal medidos,
buscando otro útero sideral donde una nueva cópula entre tiempo y espacio,
en algún punto cardinal de una galaxia extraviada en la extensión del todo o nada.
engendre, una o cruce por causalidad, por casualidad o simplemente al arbitrio del azar,
gérmenes para nacer de nuevo, andar, correr y crecer… en la medida de lo posible…
y crear otro camino, para iniciar un milésimo giro en la incógnita de la espiral...
¿Tiempo, espacio, espiral y existencia serán finitos o infinitos? ¿O acaso no serán?
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Bueno, pasará lo que el animal bípedo inconciente e inconsecuente
trace, construya y destruya a su arbitrio, antojo e interés mezquino,
en su locura alimentada con ambición insensible y despiadada.
Incluido en el libro: La espiral del viento
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