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Inicio / Cuenteros Locales / maparo55 / Para no lastimarte

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Cansado, llegué de trabajar pasada la medianoche. Apenas abrí la puerta de casa, el silencio me golpeó rotundo en el rostro, mientras la oscuridad, su cómplice, me cegaba y aturdía. Accioné el interruptor de la luz, pero la luz también me cegó; los muebles sólo me contemplaban y el silencio seguía ahí, golpeándome. Me repuse un poco y fui hasta el televisor. Necesitaba ruido, algún sonido, alguna voz aunque fuera de la caja “hace-robots-enajenados”. La imagen y la voz del hombre que aparecieron, eran de una vieja película gringa en blanco y negro. Respiré aliviado al escuchar la voz fuerte y sonora del personaje. Me quedé observando. El hombre aquel llevaba un revólver en la mano.
-¡Así los quería encontrar!- gritó-. ¡Maldita golfa!, nunca imaginé que serías capaz de engañarme en forma tan vil. ¡Y mira con quién!... con el que decía ser mi mejor amigo. ¡Y tú, mi mejor amigo!, ¿no dices nada? ¿Revolcarte con mi mujer, te ha satisfecho el ego?... Pero esto se acabó. Ya no más burlas.
Levantó el revólver dispuesto a dispararles; pero dudó un instante. Ese instante en que dudó el personaje de la película, bastó para hacerme reaccionar también. Supe con certeza, que el hombre nunca llegaría a disparar; porque era un hombre bueno, de principios, de alma de “pollo”, estúpidamente mediocre. La voz y el ruido tan anhelados, más que ayudarme, me hicieron sentir en la lona, deprimido hasta el infierno. Tomé el control de la tv y cambié de canal, cualquier otro me daba igual.
Ahora el televisor vomitaba música, una niña muy delgada de escasos 20 ó 22 años, gritaba quejas de amor y desesperanza: “Es fácil decir te voy a extrañar, se siente morir, no voy a engañar a un corazón que supo amar...” El tiempo de ti - Playa Limbo, rezaba la leyenda al pie del video. La niña vestida de blanco y boca sensual, se movía despacio, dolorida. Era bonita... muy bonita; tan bonita como Gloria, mi mujer. Sin quererlo, comencé a llorar, las lágrimas se me escurrían sin que yo pudiera o quisiera contenerlas. Recordé la escena de la película que acababa de ver. Un triángulo amoroso, la fórmula del mismo trillado argumento amoroso de siempre. De tan sabido, llorar o reír con situaciones tan cotidianas y a la vez tan inverosímiles (por el dolor tan profundo que siempre causan), era de cualquier manera ridículo. Por eso lloré, porque la realidad terrible me aplastó en un instante. La mujer infiel que abandona al marido por otro mejor que él y con más dinero, es cosa que pasa todos los días. Siempre hay una mujer infiel y un amigo rastrero. Y todavía tenían que venir a contármelo en una vieja película y rematarlo con la voz dulce de una jovencita cantando sus penas de amor.
Sequé mis lágrimas y como por encanto, me dieron ganas de reír; y comencé a reír a carcajadas, tan fuerte, como antes había llorado. Me revolqué en un sillón entre la risa y el hipo de un nuevo llanto, porque desde hace cuatro días vivo solo, si vivir puede llamársele al odio, al rencor vivo y terrible que me corroe las vísceras por la ausencia de la mujer amada. Porque yo amaba a mi esposa, la amaba hasta que hace unos días se ha largado con otro. Me dejó una cartita: “Miguel - me decía - sin saber cómo, me he enamorado de otro, de César, tu mejor amigo”. Según ella, decidía irse con él, para no seguirme lastimando. ¡Cómo deseé en ese momento tenerlos ahí mismo, para descargar en ellos toda la rabia y el dolor que sentía, para vengarme de la afrenta, para matarlos como perros si fuera posible! Pero la realidad no cumple antojos; como el personaje de la película, sé que soy un pusilánime, un mediocre, un don nadie. César y mi mujer se han largado a París, y yo estoy aquí loco de amor por ella y sabiendo que no puedo ir a buscarlos para que me paguen tanto mal; no soy más que un triste y roto asalariado, que apenas si gana para mal comer y que no tiene ni un mísero peso, para pagar un pinche pasaje de avión hasta París...

Texto agregado el 08-04-2017, y leído por 223 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
12-05-2017 fascinante me encanto***** monisara
08-04-2017 Mejor solo, que mal acompañado. glori
08-04-2017 Suerte que lo indicas como cuento. Muy bien narrado. ***** grilo
08-04-2017 Y "volar" hasta París por carretera debe ser muy extenuante.Me gustó.UN ABRAZO. gafer
08-04-2017 Creo que es mejor que el protagonista se quede en su ciudad ya se le pasará la amargura, Paris le puede hacer muy mal.— Buen relato que también hace pensar y preguntar ¿Que pasa cuando somos nosotros los infieles? vicenterreramarquez
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