Nene de papel,
nene de labios de miel,
nene galante, ¡déjame cautivarte!,
que vos lo vales,
que las tertulias del querer
esta nena se las sabe.
Te quiero, nene de cielo,
forjas en la cavilación la inteligencia
y te abstraes en la demencia,
descubro en tu pensar las fibras de la conciencia: ¡humildad y humanidad!,
eres profeta en la marginalidad.
Hasta el fin del mundo te sigo, mi rey,
porque las chicas necesitan nenes que las mimen,
que les reciten versos en los inviernos de bronce
y que desgajen la casta piel
en la voluntad de la noche.
Mi cuerpo de amante,
mi boca de loca,
la pronunciación de mi arte en tu pianola,
mis ojos de culpa y de loba
que le cuidan el reposo a tu sombra.
Indescifrable son los sentimientos, has de saberlo
pero amarte es un ensueño,
como el artista en la obra,
como el mar en las olas,
como Dios en la misericordia;
¡amarte desde mi persona!,
como la Soledad en la Flora.
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