una impronta de cariño se adueña de mis sentidos, de repente. no puedo continuar
navegando la ruta, deseo besar a mi camion, acariciar sus chapas.
lagrimas, besos, secretitos, se mezclan en un sentido abrazo, de ciento ochenta grados, sin fin,
al costado de la banquina.
un cordon montañoso me rodeaba por detras, la espalda, y la luna apuñala mi torzo desnudo,
con un reflejo punzante que despide asecino, penetra la carne insicivamente, hasta hacerce oscuridad rendida en el interior del cuerpo.
el camion quedo como cumpliendo, sin pretenderlo, dentro del paisaje natural, la tarea de participar a los foros en un tablado, por ergo, reflejando la imagen de un cristo de espalda, como en un recital de rock en la pampa estrellada, y una vez mas nocturna; o como un judio de cara al muro de los lamentos.
te quiero mucho, y te necesito, bombom de mil toneladas, rindete manzo, que yo sabre cuidarte del paso implacable del tiempo, y del desgaste que ocasiona este andar testarudo.