Los locos que profesaron el amor en su filosofía,
en el descaro de atreverse,
de sacar la lengua
y de morder al mundo injusto con su rebeldía.
Vos y yo, corazón
un pajarito extraviado y cantor
se le voló a un poeta demente
y lo arrullé en el nido de mi vientre.
Los locos son genuinos,
no se valen de metáforas vacías
para encantar con su baile volátil
a las musas desinhibidas,
porque si les pedís la luna
te la bajaran sin ración de medida,
saltando charcos de estela
y entre los cometas harán un trapecio
para subir por las estrellas suspendidas.
Hay locos
que pueden robarte de un tirón la castidad hurgada,
ponerte sobre las heridas canela tostada,
jugar en los recovecos de tu interior
a las escondidas
y hacer una rayuela en la oquedad más íntima.
Hay locos que no te dan una salida
porque te llevan a descubrir el infinito
en los misterios que preservan recelosas
las espinas.
Esos locos
bailan con alas,
porque plantar los pies en la tierra
es un carencia vana.
Porque el espíritu necesita
¡volar, volar, volar!,
entre emociones y tenues caricias
que hacen cosquillas,
y es la redención mía,
llorar de alegrías
y estremecer mi ser
en el idilio de tu mística.
Hay locos que pueden hacerte el amor
con desenfreno animal, revolucionando cada fibra,
como truhanes,
como guapos que llenan con su bravura el aire.
Hay locos que son fantasía
y sin ellos,
la existencia es una mano de truco perdida.
Si no amas con locura
que te joda la vida mísera,
despiértate de las ruinas,
vuela por el mar de Alfonsina,
ama
y busca reinventarte en esa dicha que pasa en tranvía
¡y revívela!,
revívela como la travesía más digna.
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