Inquieto sentido,
cuando no lo esperamos
llega el auxilio,
en una palabra,
en un verso,
en unos ojos
que nos muestran el infinito.
Arboleda desvestida por el viento,
muñeca brava suspira de sueños,
desprende una rosa de terciopelo
por sus cabellos
para que la savia luminosa
salpique sus dedos.
Él la abrazó
tras el trinar de pájaros de papel,
él reconstruyó los pedazos de su alma
mientras que el sol coqueteaba con su reflejo
en las aguas cristalinas de ese atardecer,
mientras que la vida proseguía
en el quedo de sus mentes por nacer.
El auxilio llegó,
en un verso,
en unos ojos,
en la simpleza que su aura desprendió
sin aprensión ni alboroto,
y en la preciada libertad
que ante el encierro engrandeció,
magnánima en el pensamiento roto.
Me brindaste el código secreto
para pintar un arco iris sobre mis besos,
y echamos andar nuestros miedos
para que más allá del dolor
vibráramos al son del melódico universo.
Del arrabal venías, bohemio,
fue ameno hallar tu existencia
porque el destino nos ofreció una tregua,
para darnos la oportunidad
de salvar un nuevo sueño.
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