Tus ojos me parecen extraños, tu respiración distante, tan distante ¿que te sucede durmiente vagabunda? ya no eres lo que eras ¿verdad?
Lo digo por tu rostro desgarrado por ráfagas nocturnas.
Te llevare a algún lugar, no se donde pero será mejor. No me has hablado pero tu mirada durmiente se toco con la mía, anhelante. Tu cara, seria mentira si le digo bella, pues ni labios de plata la podría explicar.
Te recuesto sobre el sofá, puedo sentir tu débil respiración danzar con la mía, fogosa y contenida.
En un respiro te digo "te quiero", tus labios están fríos y comprendo.
No sufro, así te conocí, en algún sito oscuro y así te amare, por siempre, te amare.
Te empiezo a despojar de todo cuanto me pueda estorbar para contemplar tu cuerpo inerte sobre el mundo. Si esto no es felicidad que alguien feliz me lo diga, pero te amare, por siempre, te amare; a tus pechos blancos, a tus muslos de nieve, a tus pies viajeros, a tus ojos atentos ahora muertos.
Enciendo un cigarro, y no me canso de contemplarlos, tus cerros, tus valles, tus bosques, tus mares, tu loca geografía. Una sutil cortina de humo nos separa mientras me desnudo y recuesto sobre tu piel sin vida.
Ahora te estudio con mis manos llenas de sensaciones, tus poros diminutos me aferran, tu boca sin voz me llama, tus brazos incorpóreos me amarran y comienzo a unirnos para siempre, cada vez que me sumerjo con suavidad en tus profundidades desconocidas te conozco, a cada gemido que sale de mis entrañas te conozco, y me responde el tuyo, eco eterno e imperceptible.
ahora estaremos juntos para siempre; por que me llamas desde donde estas, siento un volcán en tus venas quietas, siento como tu corazón se mueve cada vez mas rápido, hasta aquel punto en que logramos ser uno.
Veo como tus labios inanimados se mueven, un estremecimiento recorre tus muslos abiertos, mi suavidad se torna violenta, tu piel vuelve a cobrar su color, tus parpados se abren completamente y tu cuerpo lánguido cobra su vitalidad, sellando el momento con un grito ahogado por tu muerte, tu nueva muerte, nuestra muerte.
De a poco, agónica y placidamente
Dos corazones dejan de latir;
Dos cuerpos mezclados dejan de sentir;
Dos pasiones que de tanto arder se han de extinguir.
Para debbie.
Matías
|