Buscaba un verso que le otorgara claridad a mis días,
sentía el corazón reinventarse en cada despedida,
no buscaba el perdón para vestirme de sacristía,
omití la consagración del amor
porque me fue difícil alcanzarlo hoy.

Tarde o temprano llegaría el verso,
la ciudad era un triste agujero,
los hombres habían sido un invento del tiempo,
el universo jamás revelaría sus misterios
porque la razón humana era un instrumento escueto.

Verso que eres esclavo y dueño,
que no necesitas lastimar para ser eterno,
que sabes crear y curar las manos del siervo,
verso, peregrino de mi credo,
menos tù, lo demás es incierto.