Tengo que averiguar a qué especie o clase pertenece. Existen los cronopios y los famas, el snak y los que no pueden soportar el dolor. Entre todos ellos yo ubico a los de colores fuertes. Sin embargo, no creo que esta clasificación llegue a tener éxito algún día. Tal vez porque es demasiado simple, o demasiado ajustada, o todo lo contrario. Pero de lo que estoy segura es que a mí me ha servido para solucionar varios y recurrentes problemas. Aquellos problemas que se le presentan al individuo cuando llega a tener que ordenar su vida y empieza por lo primero. Empezar por lo primero que es la forma de empezar todo: por el principio. Porque el principio justamente se constituye como tal cuando realizo la acción de comenzar. En el preciso momento en que empiezo, ahí justamente, aparece el principio. Todo lo demás es continuación de él. Después vendrán los siguientes, los secundarios, los de menor interés o accidentales, los transitorios, fugaces o de bajo perfil. Pero, la arjé, aquélla que se empeñaban en establecer los griegos -y que los tuvo poco más o menos del tomate- para, desde esa plataforma. , poder fundamentar todo lo demás, nace de la acción y nada más que de la acción.
En definitiva, hago lo que hacía la otra Alicia. “Y no más arrinconarse y cavilar”
Sin embargo, aunque quiera ocultarlo, ella adivina todo. Siempre que me mira derrama sobre mí cuerpo todo, toneladas de culpa espesa. La odio porque siempre se adelantó a los hechos y hasta creo haberla oído profetizar crímenes con aire imperativo. “La sentencia primero, el veredicto después” –dijo la Reina. “Naturalmente, el crimen viene al final.”
Ahora, veinte o treinta años después. ¡Qué cara cuando me viste pasar de la mano de Lito! ¿Quién era ese hombre lleno de pelo en la cara? Pregunta que nunca me hizo pero que yo leí en su mirada. Estuvimos una semana encerrados en la carpa, haciendo el amor, con furia, con arena, con hambre y con muchísimas e inacabables ganas. Cuando llegamos a nuestros límites, me invitaste a viajar... Cuando no lo hacíamos dije, bueno. Y nos fuimos a dedo, el viento contra la cara, hasta Mar del Plata. Y otra vez la carpa, y nuestros cuerpos gozando,... Ahí me presentaste tus antiguos amores convertidos en amigas entrañables y dispuestas a darte una mano. Porque debo decir que tus amores convertidos en amigas –categoría ésta de la cual pasé a formar parte- era un ejército especial. Sin rencores y maldades; sin deseos de venganzas…
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