Cosas de la vida.
No sé exactamente cómo empezó todo, a veces la vida nos juega malas pasadas.
Lo que nunca imaginé fue que iba a cambiar mi vida de esa manera.
Cuando lo vi por primera vez, el impacto fue tremendo, aquellos ojos grises que me miraban fijamente… lo demás surgió casi sin darme cuenta.
El aeropuerto estaba atestado de gente, el vuelo hacia Río de Janeiro, saldría en pocos minutos, me despedí de todos y subí al avión, estaba extraña, nunca antes había viajado sola, no estaba acostumbrada, mi marido siempre venía conmigo pero esta vez, el trabajo se lo impidió y el mío me obligaba a viajar así es que me armé de valor y subí al avión a pesar del miedo que me produce volar.
Mi asiento estaba en la ventanilla pero el del pasillo estaba desierto, pensé que sería maravilloso poder viajar sin tener a nadie al lado que sólo quiere conversar y preguntarte cosas así que por ese lado me sentí muy bien.
Pero… antes de elevarse el avión, una persona se sentó a mi lado pidiéndome permiso (a la manera antigua), ahora simplemente se sientan sin importarle nada del que está al lado.
En el momento no me di cuenta de que aquél hombre alto y de buenos modales era el mismo que me miraba insistentemente en el aeropuerto, llevaba lentes de sol pero al quitárselos lo vi y mi corazón dio un vuelco.
Traté de mirar hacia otro lado pero sentía su mirada en mi rostro y…
Es muy difícil no sonrojarse cuando la mirada penetra tus huesos y eso fue lo que sucedió, luego de eso vinieron las simples preguntas, las presentaciones, la charla que tanto quería eludir.
A los pocos minutos charlábamos y poco a poco a pesar de que sólo había pasado pocos minutos éramos casi como viejos amigos.
El hombre viajaba solo, la familia no había podido ir con él lo mismo que me pasaba a mi y eso quizá fue lo que nos hizo acercarnos.
Sé que no tengo excusa para lo que pasó después pero… la vida nos llena de sorpresas, aquello que mirábamos mal en otros, nos parecía lo más natural en nosotros.
Al fin llegamos a Río, jamás había estado en Brasil y eso me emocionaba mucho, bajamos del avión y me dirigí hacia un hotel en el cual tenía una reservación, nos despedimos para no volver a vernos pero el destino me tenía reservada una sorpresa, en turismo, los hoteles estaban repletos y mi compañero de viaje terminó en mi hotel ya que por una equivocación en el que tenía reservado no supieron decirle por qué pero su nombre no estaba y tuvo que irse a otro.
Mi hotel era más barato pero de cuatro estrellas y para mí bastaba, había sido reservado por la compañía en la cual trabajo y como no iba de vacaciones estaba perfecto.
Miguel cuyos ojos no podía sacar de mi mente, bajó a desayunar muy temprano y como soy muy madrugadora, hice lo mismo y nos encontramos en el restaurante del hotel para sorpresa nuestra.
Nos sentamos juntos y me invitó a salir a conocer la ciudad, fuimos a pasear y luego a almorzar y a todo esto, me había olvidado por completo de mi marido que al no recibir respuesta a sus llamados telefónicos, se comunicó al hotel justo en el momento que llegaba.
Le pedí disculpas pero le dije que el celular se había quedado sin batería y que estaba a punto de llamarlo.
Le dije que estaba muy cansada y triste por estar sola pero que una semana pasaba rápido y que pronto estaría de vuelta en casa.
Esa tarde hice algo de mi trabajo para después dedicarme a pasear y a la noche volver a salir con Miguel.
Las horas a su lado pasaban rápidamente, todo era perfecto y yo sin darme cuenta de lo que hacía, jamás pasó por mi mente el engaño pero…
A los dos días ya era imposible deshacerlo, lo hecho, no tenía vuelta atrás, me sentía en una nube, enamorada y protegida por un extraño que me conquistó desde el primer momento, no trato de justificar mis acciones, mi marido no se merecía eso, además lo quería pero… Miguel era lo nuevo, lo desconocido y estábamos en un país donde todo es alegría.
Los días pasaron volando y nuevamente debía volver a mi país y a mi familia que me esperaba en el aeropuerto, felices de verme.
Pensé dejar todo atrás, aquél romance que nunca debió ser pero… qué difícil es contarlo, yo ya no era la misma, algo cambió dentro de mí, sentía dolor por lo que estaba haciendo pero a la vez no podía alejar a Miguel de mi vida.
Su esposa también estaba en el aeropuerto y sus hijos, dos muchachos grandes y esbeltos, como su padre que al pasar junto a mí ni siquiera me vieron.
Nos miramos y cada uno volvió a su vida pero… ya nada sería igual, ya no éramos dos adolescentes que se enamoran y se olvidan fácilmente, no… éramos un hombre y una mujer de mediana edad, enamorados como adolescentes pero…
La convivencia en mi casa fue terrible, por nada me enojaba y trataba de esquivar a mi marido sin motivo aparente, simplemente ya no podía estar con él, lo quería pero había olvidado amarlo.
A Miguel volví a verlo pero ya no era lo mismo, lo sentía alejado de mí y eso no podía entenderlo, si me amaba como decía no entendía su rechazo.
Un mes después, una mañana, mi marido me dijo que quería presentarme a alguien que era nuevo en la empresa y que para esa noche no me preocupara por la cena porque saldríamos a cenar con el nuevo compañero.
A las veinte horas, suena el timbre de la puerta y… la sorpresa de mi vida, Miguel estaba frente a mí…
No sabía qué estaba pasando y se lo pregunté.
Me contestó que jamás pensó que mi marido lo invitaría pero que no podía rechazar la invitación ya que de ahí en más iban a trabajar juntos.
Sergio, mi marido salió a su encuentro y muy sonriente nos presentó, diciéndome:
___Quizá te acuerdes de Miguel, viajó en tu mismo avión cuando fuiste a Río.
Le contesté que no lo había visto en el avión y salimos a cenar.
Esa noche la pasé muy mal, mi marido y mi amante, juntos en la misma mesa y yo en el medio, parecía de película.
Los siguientes días fueron muy raros, Sergio parecía que estaba muy excitado por algo que yo no llegaba a comprender pero me dijo que era un nuevo proyecto que había emprendido y que deseaba terminar lo antes posible.
Mi relación con Miguel ya no era la misma, cierto día mi marido me dijo que vendría Miguel y su esposa a cenar, que preparara algo y que él traería el postre.
A la noche se presentaron los dos en mi casa, me parecía extraño, no era normal verlo con su mujer.
Luego de la cena, me sentí mal, las macitas me cayeron mal y tuve que recostarme pero no sólo a mi le cayó mal el postre, Miguel sentía lo mismo que yo, mi marido y su mujer nos atendían y hasta quisieron llamar al médico pero yo no quería saber de médicos, no me llevo muy bien con ellos y lo mismo dijo Miguel, ya se nos pasaría, esa noche se quedaron a dormir en casa porque se desató una gran tormenta y Miguel no podía manejar por sentirse mal y su esposa no sabía manejar.
Miguel les preparó el cuatro de huéspedes y nos fuimos los cuatro a dormir.
Todo pasó tan rápido, Miguel y yo nos veíamos flotando sobre nuestros cuerpos, sin entender lo que estaba pasando, Laura su esposa y Miguel, lloraban desconsoladamente frente al médico que les decía que nos habíamos intoxicado con algo pero que hasta que examinaran la comida no sabrían qué era.
Al fin nos dimos cuenta, estábamos muertos y al ver la sonrisa en el rostro de Miguel y de Laura al irse el médico, lo entendimos todo.
Antes de irnos hacia, ni siquiera sé dónde iremos, los oímos hablar.
___Sergio, eres un genio, jamás pensé que caerían en la trampa, cuando viajaron juntos sabía que mi marido no podría abstenerse de engañarme, siempre lo ha hecho.
___En el caso de mi mujer no lo hubiera creído pero ya ves, al fin podremos estar juntos, menos mal que las macitas no nos hicieron nada jajajajajajaja
Omenia
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