No llores, no seas tonta
él no se merece el amor
que tu corazón custodia,
tú eres esencia
mientras que el tal Don Juan
anda en busca de jóvenes hembras
pa' llenar el hueco de sus falencias.
No implores compasión a la aurora,
hazte cargo de tu noche
y verás renacer, junto con tu espíritu,
el imponente sol de la vetusta Roma,
verás nacer la vida en el estruendo de las olas
junto con la voluntad que ornamenta tu honra.
A ti te digo, señor de renombre,
tus coqueterías no son un secreto de nobles,
valdrás como artista
lo que te falta como hombre,
valdrás mi indiferencia
porque el talento te queda escueto
cuando haces un motel barato de tus dones.
Alivié mi carga junto con este poema,
¡prosa de Farsalia!
que salimos del amor y de su batalla,
no me despido para siempre
porque cuando se comprende
que ha sido bueno perderse
el universo a perecer no se detiene.
¿Cómo te explico?,
que yo por vos no me muero, ten esa certeza mi cielo,
no has sido un santo de mi devoción,
peón que tras los Reyes se camufló,
que no fue vencedor
más su espada la soledad venció.
|