Todo fue mentira,
la náusea se desliza en la tristeza
que en su quietud siniestra me contempla,
vos no valías un poema,
no valías esta pena que me tiene presa.
Te creí,
te quise y jugaste con lo que te di,
tu calor ameno
y mis carencias afectivas
dejaron que, a mi ser atormentado,
entraras sin recelo.
Varón no, ¡cabrón y embustero!,
aprendí el desarraigo, contigo lo aprendí,
di por tierra mi confianza
y la sepulté lejos de ti,
me duele el alma,
y también el corazón
se desmorona en la escarcha de tu cama.
Te pedí un verso para mis besos
mientras cortejabas bocas ajenas,
te quise a pesar de mis miedos,
te imaginé en un abrazo
y es el asco
el que se llevó toda esperanza en el encierro.
El descender del amor que muere
se aborta entre mis manos,
lo dejo huérfano
y he de resignarme
a prescindir de cualquier emoción que se reinvente,
he de olvidarte
porque el brote de felicidad que floreció
ante la precipitación del dolor sucumbió.
¡Adiós querido!,
no importunaré en tus sueños,
te ofrezco un beso desdibujado
y adiós te digo, hasta siempre corazón mío. |