La sabiduría popular reza que “los años no pasan en balde”; más bien no pasan, se nos quedan todos. Noto con cierta preocupación y tristeza, que con la edad mi memoria a corto plazo no es tan buena como antes, que olvido muchas cosas recientes; hechos, sueños, ideas, lecturas, y no me queda el menor rastro de ellas. Por ejemplo, hará tres o cuatro semanas que leí “La bailarina” de Ogai Mori y no recuerdo absolutamente nada de ella; algunas actividades realizadas en forma reciente no las recuerdo; ideas bastante completas para elaborar uno que otro texto, tampoco. Mientras no sean indicios del mentado Alzheimer, creo que puedo soportar algunos olvidos; antisocial y medio tarugo lo he sido siempre; poco juicioso, igual; a veces se me traba un poco la lengua, digo algunas sandeces o me violento si lo que emprendo no me sale bien; pero de ahí en fuera soy un hijo de vecino “normal”, como cualquier otro de tantos que pululan por las calles.
Por eso, decidí tomar notas de los acontecimientos diarios que me suceden. Compré una libreta y un bolígrafo, expresamente para esta actividad; no pretendo consignar todo a detalle, sino realizar breves notas en forma general que me indiquen qué hice tal o cual día, dónde estuve, con quién, en qué cosas pensé, o sea, tener indicios de lo que pudo ser o no importante. Con mayor razón si son ideas para escribir algunos textos. Además, necesito oxigenar mi cerebro, correr, hacer un poco de ejercicio, practicar algunas técnicas que me auxilien a mejorar mi memoria, qué se yo, intentar los trucos que sean necesarios para evitar algún evento vascular o cualquier otra eventualidad, no permitir que me lleve la “tiznada”.
A ratos me considero un idiota por preocuparme tanto; con mi preocupación sé que no gano ni avanzo un tantito para mejorar mi memoria; pero así he sido siempre, me angustio y consumo nomás de estar dándole vueltas y vueltas a mis problemas. Para éste en particular, pretendo memorizar varios poemas y textos muy breves y repetirlos en voz alta, no sé si eso me va a ayudar o servirá para maldita la cosa. Total, si termino por olvidar quien soy, si me convierto en un idiota (sin que decirlo implique nada peyorativo para quienes tengan la desgracia de serlo), ni cuenta me voy a dar. Así le pasó a un compañero de trabajo, con la edad avanzada le dio “el maldito alemán”, se salió de su casa sin que sus familiares lo percibieran y un par de días más tarde lo encontraron desecho sobre las vías del tren. No quiero sonar trágico, me parece más bien una humorada de la vida, aunque sea muy negra.
Me afligen muchas cosas, como seguramente les pasa a todos. A unos más a otros menos, la actitud positiva es imprescindible. Yo no soy tan positivo y aunque sufra a veces de más para resolver los retos que se me paran enfrente, me defiendo como puedo. Lo que si no me gustaría es que un hada con su varita mágica, viniera a querer concederme un deseo para resolver todos mis problemas (así les sucede a varios tipos en el libro “Cinco idiotas”, de Jakob Arjouni; con las limitantes de no pedir nada que implique salud ,dinero, amor o inmortalidad).
Me gusta ser alguien anodino y normal, así que no deseo que “el alemán” venga a visitarme. Y si viene, ya veré la forma de regresarlo por el mismo camino de donde llegó. Lo confieso: soy Peter Parker, “the amazing spider man”, tímido, indeciso, ya no tan joven, pero siempre con la misma convicción de no caer ni dejarme vencer.