QUIERO SER POETA
¿Saben?
Quiero y necesito algo para sentirme mejor,
para poder caminar por el asfalto caliente y por el sendero escarchado
y para sentir la noche acariciando mi cara y el día iluminando mi mirada.
¿Saben?
Quiero sentirme poeta.
Poeta en el viento y en los bancos de las plazas,
en miles de salas de clases y en los parlantes de las radios.
Quiero sentirme poeta en mil libros de velador,
en el pensamiento de una mujer y en el conversar cotidiano.
Desde niño quise serlo, cuando a los once me enamoré,
y ahora con una mochila repleta de años y amores, con mayor razón.
Quiero alcanzar a vivir y quiero morir escribiendo poesía.
Pero para eso les pido que lean mis letras en verso
y después de leerlas si ellas les dicen algo o impresionan sus sentidos,
quizás ustedes quieran bautizarme de escritor o trovador.
Bueno, si no me leen, no importa, entiendo las razones,
hay cosas más importantes que hacer en el devenir cotidiano,
pero nunca sabré si alcancé el merecimiento de ser leído.
Sí, entiendo muy bien que no se es poeta porque solo se escribe,
por disposición de un funcionario que dicta un decreto,
ni porque el rey de la comarca quiere que lo ensalcen
o al tirano de turno hay que vestir de alabanzas,
mucho menos por partidismo, por esnobismo, o por moda.
Se es poeta cuando las letras aun teniendo lemas y banderas
pueden romper fronteras, traspasar cortinas oscuras,
romper barreras insanas, cantarle al amor y a la vida
y llegar a la universidad, a la calle y al más humilde de los hogares.
Por eso, solo el lector libre puede darle a un aprendiz de escritor
ese anhelado diploma que lo eleva a la categoría de poeta.
Incluido en libro: La saga de los vientos
©Derechos Reservados.
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