Antes de que la determinación del día
dé final a la celebración de tu natalicio,
pues, a ti te escribo niña poesía
que me salvaste de la deshumanización
y de tentar con el proceder del suicidio,
a la conciencia que yació
sin razón
y al corazón que sobrevivió
sin vínculos genuinos.
Verso a verso
la herida fue tejiendo infinidad de sentidos,
romance en octava
pude resurgir contigo
después del desarraigo de mi alma.
Copla a copla
construí las rimas para que no rebalsara la copa,
me despojé de mis historias
con la fidelidad que otorgas,
me desvestí de pasados
para llenar de confesiones el quedo de tu santuario.
Poema de aurora,
poema de ojos y de bocas rotas,
poema que fuiste mi verdad
en un mundo de falsas victorias,
poemario de dolores tempranos,
poema que llegaste decidido
a devolverme la vida,
poema que llovió por dentro
para nutrir las raíces de mi Ser
en aquel desierto de afectos.
Niña poesía
contigo fue amor a primera vista,
contigo aprendí a engendrar sentimientos
que expulsaría libres como golondrinas.
Niña mía,
niña que me sanaste por atrevida,
que cuando necesité de pasión
la hallé en la prolongación de tus pergaminos,
contigo supe amar la esencia
y prescindir de las bajezas
que se limitan al deseo de la carne,
¡oh, vasta es tal pobreza que abre!
Niña preciosa,
niña bonita,
niña leal e infinita,
feliz, feliz en tu día.
Un promesa, mi querida
que mientras esta devota viva
no habrá lunas que perpetúe la monotonía,
no habrá cielos sin infiernos boca arriba,
no habrá poetas que mueran
de desencuentros y de musas
ni que deambulen austeros
en los aeropuertos y rutas.
Ten por seguro
que mientras esta devota viva
serán hermosas las tristezas contigo, niña mía,
serás esplendorosa aún en la penumbra sigilosa,
serás eterna y libre
porque de locos y de enamorados,
de amantes y de marginados
procederán las glorias que ganes,
inquieta ave,
escueto estanque,
espíritu humilde el que te abrace. |