Entonces ver morir, entonces deja ir, es dejar el corazón latir. Es no interrumpirle su ritmo, sus suspiros, sus proyecciones. Es como permitirse gritar, cantar, llorar. Como permitir los espasmos del cuerpo cuando se duerme, cuando se baila. Aceptar el movimiento, la Luna en el cielo que ya no vemos. Es dejar venir a Sueño, pasar la noche entera sintiendo, muriendo y reviviendo cada abrir de ojos, pero en el reconocimiento de que el corazón nunca dejó de latir. Entonces no es que se pone todo en pausa, sino que se continúa eternamente. Es como viajar a las nubes en bicicleta; y encontrarse con viejos amigos que ya no estan. Es franquear las distancias del cuerpo y acercarse en respiración profunda, en cada parpadear. Entonces soltar no es un final, es el comienzo, es el enlace de lo que nos hace siempre juntos y eternos.