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Inicio / Cuenteros Locales / dracoatl / La bruja y el borracho

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Entré a la casa esa de madera añeja, igual de añeja que el brandy que me había chupado antes de ir, todo estaba empolvado, viejo, olvidado, apenas y podía caminar, no porque anduviera cuete sino porque ya era de noche. Pinche Tobi es bien joto, nunca quiere pasar por enfrente de esta casa, mejor le saca vuelta, ya ni la hace, pero en cambio yo que soy un chingón a mí cualquiera me hace los mandados, como el tal Changis, según que era muy chingón y todos los teporochos le tenían miedo, andaba tranzando a toda la raza de la colonia, pero cuando me quiso sacar un cuchillo, que se lo quito y que le meto unos trancazos bien dados, a pesar de andar jarras, ese día a don Félix le habían dado una feria por vender unas joyas de su mujer y que nos dispara todo el pisto a Tobi y a mí, esa vez llegue hasta el otro día a mi cantón, en mi chamba no hay problema porque yo trabajo por mi cuenta, soy albañil y siempre hay jale cuando me pongo a buscar, siempre sale para la caguama. Bueno como le venía diciendo ya cuando estaba en la casa, que camino a través de un largo pasillo tambaleándome, me acordé como la otra vez el Tobi se cayó en la calle ya cuando salíamos del Tampico de Noche, había unas prostis esperando chamba en la calle y que se la curan del Tobi, pinches viejas no se burlen de mi compadre, que les grito. Una me enseño el dedo de en medio y la otra me recordó a mi jefecita. Seguimos caminando unas cuadras hasta que en una esquina nos quedamos dormidos. El pasillo de la casa daba a un cuarto que tenía unas luces prendidas con varias fotos de lo que tal vez eran difuntitos, cuando de pronto que veo una vieja toda vestida de negro en la puerta del fondo y que me desmayo.

Desperté con una cruda bien dura, y una mujer estaba sentada en una silla al lado del altar con las veladoras unas las fotos y las imágenes de los santitos. ¿Qué hace usted aquí?, me preguntó la anciana. Yo la verdad doña la verdad, yo solo quería orinar porque la otra vez que orine en la esquina de la tienda de don Goyo que me detiene la poli y me bajaron la lana aparte que me pusieron una madriza, por eso ahora ya me puse más buzo y mejor hago mis necesidades en algún lugar escondido, que le digo. Me llamo Memo pero me dicen El Chupes, oiga su casa está bien gacha la verdad doñita, debería de barrer más seguido, aparte que todo el techo se está cayendo, yo me dedico a la albañilería pero también soy un todólogo, le arreglo su techito le voy a cobrar barato, le expliqué. A mí me dicen doña Licha, realmente a mí me gusta así como está Memo, así me siento cómoda, me dijo. Yo me puse a pensar que tal vez estaba muy sola porque no se escuchaba nada de ruidos y parecía no importarle las ratotas que pasaban al lado de nuestros pies, realmente me dio mucha tristeza la situación de aquella anciana, me acordé de mi abuela, me decía Memito tu no vayas a salir igual de borracho que tu padre porque mira cómo termino, murió de cirrosis, a los 34 años. Qué bueno que mi abuela murió hace años porque se hubiera puesto muy triste de verme igual que mi padre, él trabajaba de tragafuego en los semáforos, el único problema fue que se le olvidaba escupir el alcohol y se lo tragaba, a las dos horas ya andaba todo bien cuete, pobre de mi padre, yo apenas tenía 6 años y me acuerdo cuando lo veía llegar a rastras a la casa y mi madre le aventaba cubetazos de agua. ¿Oiga y esas fotos de quién son doña Licha?, son de algunos difuntitos a los que les prendo un poco de luz para que tengan paz, me respondió.

Después de que se me pasó el dolor de cabeza y lo cuete, que me pongo de pie para despedirme de doña licha; bueno doña, si quiere luego paso para ver cuando empezamos con la construcción del techo y pasarle una cotización. Me retiré del lugar un poco mejor, ya casi estaba amaneciendo.

Le había platicado a mi esposa sobre lo sucedido aquella noche y ella me decía que no era posible que vivier alguien en esa casa, yo le platique sobre doña Licha, era una anciana chaparrita, un poco jorobad, traía una bata negra y unos huaraches desgastados, su voz era muy suave y ronca, su rostro lleno de arrugas y unos ojos sumidos, negros y pequeños.

Había pasado una semana desde aquella noche y decidí ir a buscar a doña Licha, aunque no por lo del techo sino para pedirle un anticipo para seguir pisteando, y por más que grite y grité nadie salió, que entró sin permiso, crucé el pasillo largo hasta llegar al cuarto dónde estaba el altar, vi que las veladoras estaban prendidas, y las imágenes de santitos parecían mirarme con mirada de angustia, también estaban la santísima muerte y malverde. Tal vez ande en la calle la vieja, aquí la voy a esperar, pensé y que me pongo a mirar todas las fotografías, y cuando ví la última, sentí que la borrachera se me disparaba de chorro, no sé cómo salí de aquella casa pero el pasillo se me hizo más largo de lo normal, cuando voltié ya estando afuera, pude ver a la anciana, era doña Licha, era la misma anciana de la foto en el altar, esto sucedió un 31 de octubre del año pasado, eso fue lo que me pasó pinche tobias, doña licha resulta ser que era cómo le decían a la bruja Alicia que vivía hace 40 años en aquel lugar polvoriento, lúgubre y solitario dónde el techo se estaba cayendo, dónde algunas almas aún no encuentran descanso y andan espantando a borrachos.

Texto agregado el 16-03-2017, y leído por 170 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-03-2017 No me gustan las historias de terror,pero la tuya me resultó muy entretenida.UN ABRAZO. gafer
16-03-2017 Ameno, bien llevado. Muy bueno. filiberto
 
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