Hubo una vez un juego, una especie de duelo entre universos.
Las reglas, dictadas por única vez, nunca más se discutieron; el nivel de los participantes ameritaba tal cuestión. Esta regla simplemente fue que alguien debía ganar, resultaban ser tan egocéntricos.
Así comenzó: con dos amantes antes de ser, con una charla seudo intelectual que ya no alberga lugar ni tiempo.
…
Camila – dijo un parlante – quise empezar este cuento en tu honor, para que sientas esa coautoría que influyes en tus amantes. Desde el momento en que te vi supe que eres musa de musas, ya puedes sentarte. Como prometí, voy a ganarte.
La recopilación de imágenes que compendian mis recuerdos acerca de este encuentro cósmico me dejan un sabor dulce en el alma, a vino y pedo salvador.
De algún modo sabía que en el acertijo de tus palabras escondes la verdad en la mentira, como un filtro para tus escogidos. Cuando mi verdad filtró tus palabras no eran más que números, coloridos, pero números al fin. Sin embargo para mi alma, la realidad de su ficción brillaba.
Tan segura estabas de vencer que me diste acertijos cada vez más sencillos... aún, en el fondo de mi alma enamoradiza, me gusta pensar que te sentiste tentada a perder.
Las llaves que por los pasillos ibas perdiendo, u obsequiando según las dimensiones, encajaron justo esta noche. Y ahora un siglo de mundos paralelos a punto de nacer.
Noto por tu mirada que en este punto dudas.
Me gusta cuando dudas, si no viese tu parte humana temblaría.
Temblaría como aquel amanecer viéndote dormida, cuando recordé que hubo otro principio de cuento. Y la bola golpeó en la red.
“”
Habrá sido además cuestión de suerte si quisiéramos así pensarlo, al instante del match point pude ordenar en mi cabeza tus palabras y por fin dar solución a esta vasta ecuación de la matrix.
Me atrevo a demostrar que hallé la salida del laberinto y ahora te observo desde mi espalda, parado en esta puerta que asemeja un monolito.
Has sido espejo en todos mis placeres ¡Ay de mí! Mi alma enamoradiza sé enancha en tu perfección, pero la mentira es tan divertida y te gusta lo mismo que descubrir mi verdad.
En tus lecturas de mis gestos hallaste sitio para halagos y coincidencias, hablar contigo equivale a tener una cita a ciegas con mi inconsciencia.
En otros mundos a mi paso te han llamado agente del destino, poseída, transgresora… cuánta ironía que conmigo te has bautizado Placer
… y nuestros tactos arden en las llagas
… y ríen.
¿Has visto al dios de los amores necrológicos? Baila en los corazones hasta morir.
Tú, en cambio, no tienes nada que ver con nada, tu propia existencia viaja solitaria.
Y en ese laberinto escondes tus secretos, tus deseos y tus ganas.
Ya me rendí a intentar enamorarte, sentirás el triunfo del amor dado por vencido.
Ser autodestructivo por naturaleza, quizás haya sido mi mejor arma contra tus flechas.
El dios de los amores necrológicos hoy te vence y es vencido.
Y en esta victoria se equilibra su vida… otra de tus múltiples funciones.
Cuando despierte será un nuevo día.
Aunque mientras tanto este sueño fluya, seguiré la corriente del repentino giro de ruleta en los acontecimientos de mi universo.
Allá, la diosa de casa me ha revelado el secreto del amor dado por vencido.
Me ha perdonado tu existencia.
Pero ella es un cristal muy fino que no resiste más caídas y en mi afán de restaurarla, he decidido complacerla ¡Ay de mí! Me has inyectado tu complacencia.
Mientras este sueño fluya arrastraré las cadenas y la jaula de la bestia.
Igualmente, siempre admiré el amor de este planeta.
Evitaré las casualidades hasta olvidar evitarlas, para luego sorprenderme con el propósito de la siguiente coincidencia.
¿Quién sabe cuándo voy a despertar?
¿Quién sabe dónde está Camila?