Te quiero como loca,
escarbo sobre mi mente
y resurge la esperanza estoica,
es que me gustas,
me perviertes
y anhelo que el sigilo de mis manos,
sea la incitación de tus dientes
sobre la miel de mi vientre.
Yo no perderé nada, mi amor
más que la vergüenza
y a vos te quitaré la razón,
yo no apostaré mi alma
pero cautivaré con fiel esmero
y con la dulzura de mis besos
a tu corazón,
mientras alimentaré el deseo
que desabrochará la castidad de tus desvelos.
Todo es efímero,
vive el momento
y vente a buscar el tesoro
sobre el mapa de mi cuerpo.
Todo es eterno
si lo guardas en el interior de tu desierto,
te regalo mis caderas
y la sed de mis labios
para que alivies tu calvario,
te ofrendo mi despedida
y también la ternura que perdí
por falta de cuidado.
Que te quiero,
que por vos me muero,
que me pones a tu antojo, mi cielo,
que no encuentro para el mal de amor
un remedio.
Te pido algo, amor bonito
que seas el motivo de mi inspiración
cuando el dolor haga de estos versos un delito,
que seas también, mi esclavo y mi amo
cuando el silencio haya perdido su significado
porque de tus perversiones y mis gemidos
haré un intercambio,
en las penumbras del holocausto,
en la vulgar habitación
donde haremos una virtud de nuestros pecados.
¡Ay amor, mi amor!,
bajo la tinta que te nombra,
dentro de la inocencia que te llora,
hay una poeta que margaritas deshoja
porque has invadido sus pensamientos y sus horas,
porque se ha ofrecido de ángel
para preservar tus sueños,
para que reafirmes tu amor, en una caricia recíproca
e incites la pasión
sobre la cereza de su boca generosa,
e invoques tu perdición
sobre sus curvas tibias y de simetrías redondas.
|