"piensa que en la tierra es otoño
piensa que en cada palabra hay un color amarillo"
Eso fué lo último que me escribiste, sin contar esa nota que me diste furtivamente después de aquella charla sobre los griegos: "Tregua sagrada, querida R./ la victoria es bella". Debiste pensar toda la mañana en mí, seguramente llegaste hasta tu oficina con mi imagen blanca, fantasmal y no supiste que decir. Como siempre. Me enviaste uno de esos versos prestados que seguramente tienes anotados en riguroso orden, por temas y situaciones no? quiza lo sacaste del fichero amarillo? sólo luego de escribírmela pudiste quedarte tranquilo, me has dicho algo, sí; pero no fuiste tú ¿verdad?. No eres responsable de esas palabras amarillas, sin embargo sabes que a causa de su contacto, mi palidez poco a poco irá adquiriendo olor a rosas.
Ayer te he visto pasar por el jardín de la universidad, recostada en un asiento fumándome un cigarrillo, tu pasaste fingiendo fijarte en mí y yo quedé allí fingiendo fingir que no te veía...
Sabes, nene, hubiera sido lindo detener ese reloj que corría demasiado veloz en tu pecho, un beso hubiera sido suficiente...
¿sabes cuanto odio que me escribas esas palabras sacadas de esos libros?...