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Mujeres
Las largas noches de invierno, parecían interminables, Lorena sentía, aún dentro de la choza en que vivía, que el frío penetraba en todo su cuerpo.
Era una choza precaria donde apenas tenía lo indispensable pero a ella le servía, a pesar de estar en el campo, no se sentía sola, vivía con Paula, una compañera de trabajo, dos perros y un gato.
Lorena era maestra y le habían asignado una escuela en el campo, una escuela agraria.
Los niños que concurrían a ella, no sólo aprendían a leer y a escribir sino que también cultivaban la tierra, criaban gallinas y hasta tenían una vaca a la que diariamente ordeñaban, obteniendo así, la leche que los alimentaba.
Paula era una joven maestra recién recibida y entre las dos, cocinaban, limpiaban y daban de comer a dieciséis niños.
La escuela era bastante reducida pero tenía dos aulas, un salón que servía de comedor, un baño de niñas y otro de varones.
Lorena daba clase a niños de cuarto, quinto y sexto año, las clases menores las daba Paula.
Las clases se dictaban juntas pero como eran tan pocos alumnos, no había problema.
Estos niños eran muy pobres y por tal motivo, el alimento que recibían en la escuela era, a veces el único del día.
Eran chiquitos de la zona, hijos de peones de estancia, campesinos.
Las jóvenes maestras se levantaban casi de madrugada para tener pronto el desayuno de los niños antes de comenzar las clases.
Detrás de la escuela, estaba ubicada la choza de las maestras, había sido construida con el fin de que las mujeres no tuvieran que viajar y así ahorrarles tiempo.
A las ocho de la mañana, las maestras y los niños ya habían desayunado y comenzaba el horario escolar.
A media mañana volvían al comedor a merendar leche con pan casero hecho por las muchachas y a veces, dulce de membrillo o de leche.
Al medio día almorzaban y luego del descanso donde algunos dormían y otros jugaban, iban a trabajar a la huerta, esto se convertía en otro juego para ellos pero con la diferencia de que allí aprendían el valor del trabajo pues sin esa huerta ellos no comían.
Día tras día, la misma rutina incluso los sábados, el único día libre era el domingo pero las maestras lo usaban para preparar la comida de la semana que guardaban en un freezer que Paula había conseguido por medio de una donación.
Del mismo modo había conseguido un microondas.
El lunes fue el día más frío del año, comenzaba el invierno y hasta la vaca parecía sentirlo, dando menos leche que de costumbre.
Joaquín, el mayor de los alumnos, llegó tarde a la escuela, no quiso desayunar pero puso el pan y el dulce un una bolsita y se lo guardó.
A la hora del almuerzo, comió muy poco con el pretexto de que no tenía hambre y lo que sobró, también lo guardó.
Esto llamó la atención de Lorena que le preguntó el motivo por el cual no quería comer.
Joaquín, muy nervioso, no sabía qué contestar pero Lorena sabía que a un chico de doce años, no hay que apurarlo, cuando él se sintiera seguro, se lo diría.
Sólo tenía que esperar.
Durante varios días, Joaquín mantuvo el mismo comportamiento respecto a la comida hasta que el viernes pidió para hablar con Lorena, en privado.
La maestra lo recibió y el jovencito le dijo lo siguiente.
----Señorita maestra, creo que voy a tener que dejar de concurrir a la escuela.
---Eso no es posible, te falta muy poco para terminar tus estudios primarios y sería una lástima que a esta altura del año, abandonaras.
---Es que mi madre está enferma y no puedo dejarla sola, mis hermanitos son más chicos que yo y mi padre trabaja todo el día.
---Debemos buscar una solución, ¿Qué tiene tu madre?
---Está esperando un bebé.
---Eso no es una enfermedad, es algo natural.
---Ya lo sé, pero es que está muy débil y no puede levantarse de la cama.
---No te preocupes Joaquín, esta tarde vamos contigo a tu casa y hablamos con ella. Te parece bien?
---Gracias maestra, ahora me siento más tranquilo.
A la tarde, Lorena y Paula acompañaron a Joaquín hasta su casa que quedaba a un kilómetro de la escuela.
El cuadro con el que se encontraron al llegar, era desolador, la madre de Joaquín estaba a término de su embarazo y para colmo, de mellizos.
Los hermanitos de Joaquín, como podían ayudaban a la madre.
Apenas entraron las maestras supieron que tendrían que ser parteras improvisadas, Cristina la madre de los chicos estaba a punto de dar a luz.
De inmediato Lorena mandó a Joaquín a buscar al padre y al médico y pidió a Paula que calentara agua y dispusiera de lo que encontrara por si las criaturas llegaban antes.
Durante tres largas horas Cristina tuvo dolores hasta que con ayuda de Lorena, Paula y del padre de los niños que había llegado antes que el médico, nacieron dos hermosas niñas.
Por ser de la ciudad, el médico, tardó en llegar pero fue precavido y lo hizo con una ambulancia en la que trasladó a Cristina y a las niñas al hospital. Ellas estaban gracias a las maestras en perfecto estado de salud.
El médico, luego de examinar a la paciente y a sus hijas, felicitó a las maestras y les dijo que habían equivocado su profesión, el título de obstetras les quedaría a las mil maravillas, bromeaba.
Agotadas, cansadas y muy nerviosas las jóvenes volvieron a la choza pero no volvieron solas, con ellas iban Joaquín y sus hermanitos, no podían quedarse solos.
Al llegar, los acomodaron donde pudieron, les dieron de comer y los acostaron.
De pronto, Lorena comenzó a llorar, no sabía por qué pero todo lo sucedido le hacía pensar.
¿Qué sería de aquellas niñas que habían ayudado a venir al mundo?
¿Qué destino les esperaba? Viviendo entre la pobreza, la miseria, si antes no les alcanzaba el dinero para alimentarse, ahora con dos bocas más ¿Qué harían?
Lorena no podía dejar de pensar en aquellas hermosas niñas u Paula que estaba a punto de sufrir un ataque de nervios pensaba que jamás había estado en una situación tan difícil, ella que no había salido nunca de su casa, de al lado de sus padres, que había estudiado magisterio porque la casa de estudio estaba una cuadra de su casa, con poca vocación por los niños, se daba cuenta de que no sólo era maestra y cocinera sino que la obstetricia estaba entre sus conocimientos y eso la alegró.
De pronto, al comentárselo a Lorena, las jóvenes maestras comenzaron a reír y a sentirse satisfechas de la labor realizada, ya no pensaban cómo vivirían las pequeñas ni la familia de Joaquín, sólo veían el agradecimiento de Cristina y su esposo y ¿Quién sabe? Quizá algún milagro ocurriera y las cosas mejoraran.
Lorena pensó en Joaquín, en el hermoso gesto que había tenido al llevarles su comida a sus hermanos y se dijo a sí misma que con personas así, esa familia saldría adelante.
Y con esos pensamientos, Lorena y Paula se dieron cuenta de que la vida las había puesto a prueba, que no sólo eran maestras, cocineras, obstetras, etc… sino que ahora sí se sentían felices, pues ellas eran por sobre todas las cosas…!MUJERE4S!
OMENIA.
Posdata, este es el único cuento mío que está en un libro, el autor del libro es un escritor uruguayo llamado, EDUARDO FAGIAN ALONSO Y el libro se titula Serás mujer… y nacerás en Montevideo y aunque yo no soy uruguaya, a él pareció agradarle mi cuento y lo publicó por lo que le estoy muy agradecida. Espero que les agrade aunque sea algo largo y que sea un homenaje a todas las mujeres del mundo. Omenia.

Texto agregado el 08-03-2017, y leído por 234 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
24-07-2018 Hermoso relato y felicitaciones por su publicación para que llegue a más y más gente! Un abrazo, sheisan
08-03-2017 Lo que narras se presenta mucho en las zonas rurales de mi país,donde la maestra hace de madre,maestra,niñera y hasta enfermera y su labor es mal recompensada.UN ABRAZO. gafer
08-03-2017 Felicitaciones, es un cuento hermoso! Te abrazo agradecida por publicarlo en este día, aunque comparto el criterio de Zepol. MujerDiosa
08-03-2017 Real, muy real. Tanto que sacando o agregando algunos detalles, sabemos que pasa día a día. En silencio. Casi de entrecasa, como si tuviera que ser normal. Precioso relato y homenaje. Ricochett
08-03-2017 No debería existir el día de la mujer, de la madre, etc. porque ellas son las dueñas de todos los días del año. No obstante, es bueno recordar en una fecha como esta lo excelso de su condición e iluminar con un reflector más intenso el pedestal de privilegio donde ostentan su femineidad. -ZEPOL
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