Si no dejas tu puñado de estrellas,
si no llenas mi corazón
con la sabia prudencia de tus palabras,
si no sientes que si accionas mal me duele,
si no eres como creía
y te muestras a mis letras indiferente,
si no me quieres
y compras la frivolidad que te venden,
si no puedo creer en nadie
y a su paso,
el dolor y el olvido son inevitables.
Si no quieres,
si no me quieres,
no ha de importarme qué tan hondo
la tristeza penetre,
si no puedo hallarme en tus ojos,
si no tengo el calor de tus manos
ni tampoco el umbral de tu sonrisa
me libre de la muerte,
¡esa mueca morena!
que palpita en mi conciencia
con efusiva ausencia.
Si no quieres,
si no me quieres,
podré cambiar la rosa por claveles,
tendré que arrebatarle al azar la suerte,
al mendigo le daré el pan y le extirparé los dientes,
al creyente le robaré su Dios para que se reinvente,
al poeta le hablaré de amor y la desdicha corromperá su mente.
Si no quieres,
si no me quieres,
si el misticismo del mar no te conmueve,
si a pesar de jugar a favor de la cordura
en la locura te pierdes,
si a pesar de creer en vos
en esta tarde, en la letanía de estos meses,
me devuelves al viejo mundo
que me expulsó de su vientre.
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