Las nueve de la noche con cincuenta minutos indica mi reloj de pulsera. Muy cansada salgo de la oficina, bajando desde el piso trece por el ascensor. La jornada laboral se prolongó mucho más de lo habitual, debido a que los doctores prontamente se irán de vacaciones; en consecuencia se extienden los horarios de atención de las consultas médicas.
Es una noche estrellada y hermosa; donde la dulce penumbra es acompañada por una agradable temperatura que invita a un plácido paseo.
Abandono el edificio con una sonrisa en mi rostro, caminando hacia el centro de la ciudad. A esta hora de la noche muy pocas personas quedan deambulando por las inmediaciones; suceso que alegra mi corazón, es de conocimiento mi constante desagrado a las multitudes y aglomeraciones.
Me detengo por un instante para buscar en mi bolso de mano la cajetilla de cigarrillos ¡Maldita adicción! Dios, pasé todo el día sin fumar y apresuro un tabaco.
_ ¿Judith Cecilia?_ Inesperadamente escucho que alguien me llama. La voz proviene desde mi espalda. Al girar para identificar quién es, me llevo la sorpresa de mi vida.
_ ¿Gastón?_ Pregunto absoluta y completamente sorprendida y anonadada_ ¿Que haces acá?_ Las piernas no me responden y mi cuerpo no puede dejar de temblar. En unos segundos mi boca se reseca (sé que no es producto del cigarrillo) sintiéndome desconcertada ante la tormenta de sentimientos encontrados que nubla mi vista.
_ Hola_ Saluda mirándome directamente a los ojos. Acercándose besa mi mejilla muy cerca de mis labios. Su perfume me envuelve delicadamente, aquel aroma se mantendrá en mí por muchas horas, estoy segura de ello, ya lo he vivido. Él sonrie con esa alba sonrisa de la cual me enamoré.
_ Necesitaba saber de ti, desconozco el por qué. Tan solo tengo la certeza de que no pude resistir el impulso de venir a verte_ Remata sin quitar de mi sus profundos ojos color miel.
Todo lo que pensé que había olvidado regresa junto a una tempestad de amor irracional que no puedo controlar. Sé muy bien lo que prometí a mi hermana Janet, que no volvería a conversar con él aun cuando me buscara, que no cometería el error de volver a quererlo. Pero siento que esa promesa se va literalmente al carajo.
Cuando nuestra relacion terminó hubo un tiempo de mucho dolor y agonía, durante tres largos y oscuros años aquella tristeza destrozó mi espíritu. Logré superarlo gracias a las personas que amo, ellos desinteresadamente me acompañan y aconsejan durante este trágico y duro periodo, el precio de superarlo fue demasiado alto; a pesar de ello nunca he dejado de pensarlo, de amarlo en secreto. Ni siquiera la gran distancia que alguna vez nos separó logró que olvidara el sabor de sus besos. Nunca te he dejado mi amor.
Alguna vez hice muchas cosas para borrar su recuerdo, para odiarlo por abandonarme, por olvidarme, pero las cosas no han cambiado. Siento como regresan las ganas de abrazarlo, de besarlo, de desnudarlo, de amarlo con locura.
Dios, no deseo que retornen esos sentimientos que debieron marcharse de mi corazón y de mi alma hace mucho, mucho tiempo atrás. Siempre he pensado en ti mi vida.
_ Te invito a compartir un trago para conversar ¿Vendrás conmigo?_ Sonríe ofreciéndome su mano.
Estoy indecisa y confundida. No sé qué es lo que haré, solo tengo la certeza que la decisión que tome me llevará al maravilloso cielo o me condenará al terrible infierno.
_ ¿Que haré?_ Pregunto mirando aquellos ojos color miel de los cuales me enamoré.