Hay historias raras en cada esquina de las ciudades del mundo. Lamentable es sentirse humano al recordar que tenemos tan poco tiempo para tomar conciencia de ellas y hacerlas parte de uno. Creo que de las cosas más bellas e importantes de la idiosincrasia de las personas pertenece al mundo fuera de casa. Viajen o no, la calle es el alimento del animal en el que nos vamos transformando cada día. Un vestigio del polvo, el aire, los vientos y las bocinas de los vehículos, los chicles y las monedas botadas.
Quizás mientras leen esto, recuerden algo importante de la calle en que vivieron, o quizás donde viven ahora y me atrevo a decir que de hasta donde quieren vivir en algún un momento futuro.
No quito que la casa, la familia y la escuela también resguarden esa educación primigenia, pero creo que la vida en la vereda, en los locales, en los "videos", en las escaleras, en la playa, bosque, montaña, fuera del hogar, es algo intrínseco y trascendental a la hora de definirnos como personas.
Absorbemos y nos reflejamos en algunas situaciones de barrio, los amigos más cercanos, aunque no seamos todos parecidos, nos une algo común que está ahí, latente y en potencia, atento a nuestros pasos, gastándonos las zapatillas y los zapatos y está ahí, ardiente de vernos correr por la micro, rascarse la pierna por el sudor del verano, taparse la frente a contraluz de una tarde de sol bajo, ahí afuera, donde no contamos las veredas que subimos y bajamos como escalones porque serían demasiados, donde jugamos a saltar las líneas, donde miramos a ambos lados por un aprecio a la vida y a la muerte, sigue ahí, esperándonos siempre para enseñarnos aunque sea la diferencia de volver a casa y volver a la casa.
Valparaíso esconde de esas historias raras hasta en los desagües, en los ascensores, en el cielo estrellado de comienzos de Marzo. Bajo la basura y el meado. Bajo los autos abandonados y las raíces del gomero de la plaza Simón Bolívar. Bajo el Molo y el muelle Barón y me aseguraría también de decir que hasta debajo de la guata de los viejos curados y de los lobos de mar. Bajo los rieles de Portales y las pasarelas de la Avenida España.
Si me preguntan qué historias he encontrado, podría contarles miles, algunas con lujos de detalles y otras, otras son como ésta.
Gon.-
5 de Marzo, 2017.
Valparaíso. |