Tandil, 22-06-2002
Amigo mío:
Cómo decirte que no soy yo quien escribe estas palabras?...Cómo hacer que tú comprendas que yo, Julián Municoy Hunt, soy algo mucho más complejo de lo que puedes percibir con tus ojos, tus oídos...Cómo hacer que atisbes, nada más, el mundo en el que vivo?; sin embargo, ahí estás, ahí sigues estando como un continuo silvido que desgarra los sentidos; y, aquí estoy yo con este misterio que aún no comprendes. Nos separa el tiempo y el espacio, tan aparentes como nosotros mismos.
Somos como un bonito presente que se nos presenta envuelto en un bonito papel de colores brillantes. Vemos su volumen, percibimos sus colores y el diseño del envoltorio, pero, nada sabemos de lo que está dentro del él hasta que nos decidimos a abrir el presente y ver qué contiene. Hasta este momento nos mata la ansiedad y la angustia que la incertidumbre nos provoca. Amigo, así son los humanos. Mientras respiran se asemejan a aquellos presentes adornados y exitantes, pero nada se sabe de lo que está dentro de ellos. Nada se vislumbra hasta que el envoltorio es desgarrado; entonces, el bonito y exitante adorno externo pasa a ser un bollo inservible que ya a la basura arrojamos: El misterio más grande estaba oculto de los ojos.
Amigo: Así es, pero no me concideres un filósofo, por favor, ni investigador, no. Yo no tengo nada que investigar en este plano. No tengo que convencerme de nada ni convencer a nadie. No es lo uno ni lo otro mi trabajo. No necesito ver nada con mis ojos ni palpar nada con mis manos. Sé quien soy, y éso me basta. Nada me sorprende y nada me arrastra. Y aunque te amo, entre tú y yo existe un abismo indescriptible e insondable; sin embargo, tú ya ves, parecemos iguales. |