Muchos dicen que las relaciones pasajeras no son relaciones, muchos dicen que lo que rápido viene, también se va igual. Pero esta historia no trata exactamente de esto, sino de aquello que demoró en venir, se consolidó, pero se fue así de rápido, como aquel mes que dura tan poco.

Todo comenzó hace exactamente 4 meses (contados desde aquella vez que la vi entrando por la puerta y de la cual ahora solo veo los recuerdos), aquel día de un mes largo, Ella cruzaba por la entrada de su salón esperando iniciar su nuevo ciclo y con la idea (según me cuenta su amiga) que no iba a iniciar ninguna relación, pero eso no me iba a detener, si tenía un objetivo tenía que ganármelo, aunque me costara mi dignidad.

Tardó 5 semanas que aceptara salir y conversar en aquel centro comercial, que ahora es un hotel de mala muerte, y entre palabras y palabras logré conquistar su cerrado corazón, que según Ella estaba lleno de dolores, de traumas, de recuerdos mal vividos. En la segunda salida, le propuse iniciar una relación pues consideraba necesaria su presencia en mi vida. Yo tenía 23, Ella 22. Yo trabajaba en el mismo lugar que Ella, Yo la quería, pero en aquel momento no supe que Ella nunca me querría.

9 semanas después, con el corazón en la mano, esperaba su respuesta para algo más serio, sus padres querían conocer al joven que cambió en algo la vida de su hija, pero Ella tenía temor de seguir avanzando, tenía mucho recelo por los meses que pasaban. Me pidió tiempo, y yo le dije: “El tiempo no cura nada, solo te demuestra que las cosas no se solucionaron en su momento y ahora estas tratando de encontrarle una justificación” y Ella cogió su celular y con una mirada desolada se fue.

A veces sentía que todo era tan confuso, todo era tan extraño, tan difícil de entender, y me preguntaba si cosas así les pasa a todos. Pero lejos de que me otorgue la respuesta que esperaba, solo encontraba evasivas, Ella, en la semana 11 decidió tomar en cuenta la amistad que teníamos, los amigos en común, el horario de trabajo y pensó que lo mejor sería estar lejos pero cerca, estar solos pero juntos, estar, pero no estar.

Por dignidad una persona no debería insistir por una relación, solo cuando realmente demuestres que vale la pena luchar por los dos, es ahí donde debes avanzar, no detenerte, esos mensajes con “te extraño, espero que se solucione” no deberían tener el espero, pues esperar no es hacer, es vivir de ilusiones. Yo opté por plantearle comenzar desde cero, pues esas relaciones pasajeras, dejan de ser pasajeras cuando ya tienen el verdadero sentido, pero esta vez, así como la relación vino, se fue y se fue así de rápido como aquel mes que dura tan poco.