Mi padre, Vicente Adolfo Arce Granados decidió dejar este plano de la existencia el pasado 11 de febrero. Eligió para irse una mañana especialmente bonita, soleada, con nubes blacas abigarradas montadas en un inusual citadino cielo azul y con aves cantando. Deja una esposa triste y estoica, recuerdos en sus hijos y nietos cariñosos. Para fortuna nuestra, no dejó ni un centavo.
Vicentito, mi niño de cuatro años estuvo presente durante el proceso del sepelio y entierro de su abuelo. Gracias a ello pudo darle su beso de despedida y persignarlo, verlo en el ataúd a través del cristal y ser testigo de cómo lo depositaban bajo tierra.
Obviamente no dejó de preguntar qué le había pasado, lo que estaba sucediendo y lo que seguía.
Así que le tuve que decir toda la verdad.
Le dije que su abuelito ya tenía tiempo de estar enfermo, que por ello su cuerpo no le respondía como él quería, que ya no podía brincar ni correr y menos subirse en los juegos del parque, tenía que estar en cama todo el día y eso lo aburría mucho y lo ponía muy triste.
Así que, aprovechando que papá dios hizo un lote de estrellas nuevas, lo llamó para darle el trabajo de cuidar una, la más grande, como no necesitaba experiencia previa, tenía la edad necesaria y pasó el examen psicométrico, obtuvo la chamba.
El único requisito fue que dejara su cuerpo en la tierra, que ya lo había utilizado lo suficiente y no le serviría de mucho para sus nuevas funciones. Así que había que enterrarlo, como un frijolito en la tierra para que descansara.
Tiene ahora la responsabilidad para limpiar las lámparas en el día, de cambiar los fusibles que fueran necesarios y encenderla todas las noches.
Le dije que ahora su trabajo es muy importante.
Que gracias a él se guían los aviones y los barcos, y que también ayuda para que se puedan actualizar los horóscopos y las cartas astrales.
Volteamos al cielo y buscamos la estrella que más brillaba en ese momento, decidimos que ahí está el abuelo, que cada vez que lo vemos y le extendemos el brazo, él nos devuelve el saludo y nos manda su luz y su cariño.
¿a quien más? ...viejo, aún te extraño. |