APARICIONES.
(Cuento fantástico)
Daniel O. Jobbel.
(Insinuaciones de una loca, un curda y dos distraídos en un basurero cósmico.)
-No me vengas con eso ¿Decime, estás seguro? ¿Qué viste?
Me senté a contemplar todo, sobre un montículo de escombros. A todos los elementos deprimentes, más bien demoledores, se sumaba la imagen que parecía un ejemplo de lo que habría de ser yo mismo en pocas horas, quizás.
-¿Qué puedo hacer? –pregunté con desesperación. De pronto dejó escapar un ronquido distinto y me pareció que en sus ojos, algo parecido como un brillo inteligente, se volvía hacia mi. En efecto sus ojos lentamente miraron fijo, y sus labios se movieron apenas,-Irte al infierno- dijo, y siguió murmurando cosas incomprensibles. Por ahí me miró. Su mirada delataba el horror. No sé si lograba verme.
-¿Decime, estás seguro? ¿Qué viste? ¿Estás hablando de apariciones, de veras? ¿Una vaca alada color violeta?- dije.
- Cuando salgamos de este refugio encontraremos una lógica instantánea sobre el tema.- espetó la loca de Mabel. Aunque no supe lo que quiso decir.
-En tiempo de elecciones todo puede ocurrir.
-Quizás un recurso de la oposición.- se escuchó en otra boca.
-Quizás.
- Mirá que hay invento. Pero esto.- dijo el curda.
-¿Te hizo mal el vino?, ¿no nos va arruinar el festín hablando boludeces?.
Sin embargo, eso no quiere decir que no tenga sentido hacer honor a nuestras tradiciones hasta el último momento. Ni ese mito sirve para justificar algo como dicen por allí, el día que las vacas vuelen. No, eso es puro cuento.
-Tenemos que admitir que hay una última salida. Sino este es el fin. Traigan la estaca. Agua bendita. Sal gruesa. Crucifijo.-dice Mabel.
-Quizás sea. ¿Un unicornio perdido? -insinuó algún otro.
-Quizás. Que sé yo... El único que perdió su unicornio azul fue Silvio Rodríguez y el muy idiota aún lo sigue buscando.
- ¿Una vaca alada va a su tumba con la salida del sol? -sigue delirando Mabel.
-¡Ah! No me vengas con eso.
Me intrigaba sobre todo imaginar la vida cotidiana de lo que veía mi amiga, pensar muebles sujetos al suelo y posibles cuerpos gigantescos y sobre todo alados. ¿Alados? Nunca había visto una vaca volando. Comencé a estructurarme los detalles por de más de concretos: los juegos, las costumbres, la organización de semejantes bichos sobre la estructura de su vida.
-Cuidado con las trampas. A las vacas le ponemos un cebo para atraparlas.
-¿Quién se ha comido mi queso?- arrimo mi amiga, Mabel.
- Sabe usted. No quiero complicar la cosa. Pero. Cuando encuentro una trampa para vacas voladoras, salto encima del resorte, cojo con los dientes el alambre del cepo que baja a toda leche, lo muerdo 20 veces para afilarme la dentadura, destrozo la trampa, y me como el queso.
-¡Puta madre!, que valor tiene Ud. ¡Así que a las vacas voladoras le gusta el queso?
-Y el Sardo de rallar (bien rellanito).
-¿Marca conocida?...
-Da lo mismo. Cualquiera de supermercado.
- Eso es como el cuento ese, no me vengas con eso- , sirve un vodka, se lo bebe de un trago, rompe el vaso en un rincón, y dice:
-Cuando encuentro una bolsa de veneno para vacas voladoras, me lo llevo a casa, lo pongo en el microondas (ésto es una fantasmada porque todos sabemos que las vacas voladoras no usan ni tienen microondas, son puercas, son vagas y no cocinan pero en fin...), hago pochoclos, y me los como viendo una peli y bebiéndome una cerveza.- agrandado había sido el Quía.
-Ahora me sale con eso.¡Mierda, hay que tener ganas!-
- A joderse ché… agrega el otro...
Acto seguido, aunque parezca extraño, me alegré de que los que estábamos allí, sino todos, estuviésemos de acuerdo en descansar un rato en el refugio. Les seguí el juego. ¿Vacas aladas por acá? ¿Vacas aladas por allá? Hay que tener imaginación. Creía estar excitado, por lo que había dicho mi amiga, ver desparramarse a una vaca alada en su pleno despegue carreteando por avenida Corrientes, al trote primero, a velocidad crucero a los trescientos metros y elevándose luego alta en el cielo, es todo un tema. Sin embargo el cansancio me dominaba.
Luego desperté con la sensación de que podía develar el misterio. Retrocedí y me senté con la espalda contra la pared, junto a los viejos trastos que había en el lugar. Tuve así como en penumbras la sensación que enfocaban con linternas. Era la luna clara que asomaba mientras los escuerzos lamían el agua estancada de las zanjas.
Cuando estuve en los brazos de Orfeo, sentí como que un codo se hundía en mi costado sobre la costilla. Abrí los ojos por segunda vez. Un poco aturdido fije atención y pude advertir que una sombra me tapaba. A mi lado un tipo se disculpaba por haberme golpeado. Era un progre desahuciado. Un tipo con visión distinta. De pronto la sombra me tapaba del todo y ahí divisé lo que mi amigo decía. Del cielo se descolgó furibunda, planeando como un Hércules C 130, una vaca alada color violeta.
Agitaba sus alas como un pelicano para sostenerse y planear. La bosta paso rasante sobre mi cabeza. Salpicó toda mi ropa. Enchastrando todo el suelo. Luego alzando vuelo desde el mismo costado del refugio donde estaba, la vaca giró con elegancia, trazando una diagonal hacia el cielo, haciendo piruetas de aeromodelista, tirándose un pedito en la última curva, planeando como si fuera un avión de calesita.
Ellas no tenían culpa de ser como eran. Se habían vuelto malas, ariscas y mezquinas. Nos tenían bronca. Era como marcar el territorio. Quizás porque por estos lares, las cazábamos para faenarlas. De pronto se vino en picada, bombardeando bosta entre nosotros, enganchó con el hocico el arnés de mi mochila y siguió vuelo. Me sentí como arrancado del piso. Achicándose el mundo a mis pies.
¡Oh sensación!
Pude soltarme del arnés y con mi paraguas pude menguar mi caída.
El progre se sirve otro vodka, toma un sorbito, le da una pitada al pucho del cigarro, las mira una y otra vez, bebe otro sorbito, deja el vaso , y dice:
-Perdón, pero no puedo quedarme a contarles todo lo que sé … (Se dirigía a Mabel.)
-¿Por? No me digas que también vos te la das de vaca voladora.
-Nooo. Tengo reunión de comité y no puedo llegar tarde.
-¡Ah, bueno! Como estamos.- dijo el otro.
-Cocodrilo que se durmió fue cartera.- asume con lógica Mabel.
-Indudable que la fe mueve montañas.-
-¿Seguro viste lo que decís que viste? , estas compenetrado en eso, segura.-
-Toda propaganda política.-
- Tiran panfletos y boletas desde el cielo todo el tiempo.-
Mi amiga tenía razón era el tiempo de que las vacas vuelen.-
-Arremángate. A ponerse las palanganas como casco, hay viene de nuevo.
-Déjate de joder. Tenés un pedo, que ni te cuento.
La vaca planeo sobre nuestras cabezas.
Y la bosta cayó y se estrelló sobre el pavimento.
Alguien supo decir por allí los políticos son una mierda.
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