Desde que comenzara este maldito y solitario viaje todas las cosas estaban destinadas a terminar bastante mal. Y lo peor es que no lo sospechaba, y si hubiese imaginado lo que pasaría jamás lo habría realizado. Pero en ese instante no podía saber del trágico desenlace de alcances (Me atrevería a decir) casi intergalácticos.
A las tres de la madrugada voy en dirección a la ciudad de Arica, manejando a velocidad crucero por la doble vía que une Iquique con la vecina localidad. El gran desierto de Tarápaca es desolador de noche y en varios kilometros a la redonda desde donde estoy solo podré encontrar un reducido puñado de pequeños pueblitos, el desamparo es casi total y cala hasta los huesos.
Afortunadamente la "camanchaca" (densa neblina que se presenta en zonas deserticas) no se abalanza sobre el estéril paisaje esta noche, el cielo despejado hace que la visibilidad sea casi perfecta. Todo va de maravillas gracias a la luz proyectada por una hermosa luna llena; viajo plácidamente acompañado en este trayecto por un delicioso manto de estrellas que será el mudo testigo de mi paso por el interminable océano de plateadas arenas.
A la distancia puedo apreciar un puñado de pequeñas "luciérnagas" situadas entre las lejanas dunas, creo que es el pueblo de Pozo Al Monte, pensaba pasar por ese destino cuando pasó lo que pasó...
La radio repentinamente comenzó a fallar sin razón alguna, el dial desordenadamente "salta" de una emisora a otra arbitrariamente; estaba escuchando a la banda Quiet Riot cuando se apaga y enciende en repetidas ocasiones; finalmente queda en completo silencio.
_ ¿Que mierda? ¡Radio conchasumadre!_ Comencé a pelear con el aparato, no imaginaba viajar tres horas sin música acompañándome; desesperado presiono y giro todos los botones y perillas, pero no hubo la manera de volverla a encender. La radio estaba literalmente muerta.
Trataba de dilucidar el problema cuando imprevistamente también el automóvil sufre un apagón general dejando de funcionar totalmente, tras avanzar algunos metros termina deteniéndose por completo en medio del camino y la oscuridad.
_ ¡Lo que faltaba un corte eléctrico y no tengo ningún fusible para recambio!_ Estaba furioso con lo que sucedia.
_¡Enciende auto hijo de puta, enciende!_ Hacía girar la llave de la chapa del encendido, pero no había caso, el vehículo también estaba sin vida.
Repentinamente llegó ese penetrante zumbido, un sonido que acaparaba todo el lugar, ignoro que lo generaba, pero repercute fuertemente en mi cabeza, lo puedo sentir por todo el cuerpo. Instintivamente tapo mis oídos con las manos_ ´¿Que fue eso?_Digo contrariado, algo mareado y con ganas de vomitar.
En solo unos segundos todo adquiere un color verdoso amarillento, una desconocida luz proveniente desde afuera "baña" todo el interior del vehículo, y por lo que puedo apreciar también "pinta" gran parte del paisaje.
Salgo rápidamente del auto para ver que es lo que sucede; y una vez afuera es cuando me llevo la sorpresa de mi vida. Arriba, a bastantes metros sobre el automóvil observo un gran platillo volador; desde la panza del aparato flotante se desprende una luz que impregna todo lo cercano.
_ ¿Que carajos es eso?_ Digo asustado mirando aquel extraño objeto; pensaba que hacer al respecto cuando sorpresivamente una mano toma con fuerzas mi brazo _ ¡Hijo de la gran puta!_ Un humanoide con la forma de un reptil de aproximadamente dos metros de altura aparece desde la nada; no sé con qué desconocidas intensiones quiere atraparme.
De un salto logro liberarme de sus garras, ingresando agílmente al auto, lógicamente tratando de escapar, pero aquel ser alcanza a tomar uno de mis tobillos jalándome hacia afuera_ ¡Suéltame conchatumadre!_ Grito pateando desesperado, buscando con que defenderme, pero lamentablemente no encuentro nada. Mientras resisto como puedo abro el compartimiento de la guantera, hallando solo los discos compactos de Ricardo Arjona que escucha Judith Cecilia. Maldito cantante sin alma, nadie puede morir escuchando a Ricardo Arjona ¡por favor!
Aquella criatura con una fuerza excepcional me saca desde el interior lanzándome lejos, se acerca caminando en dos pies, un chillido molesto sale de su hocico lleno de colmillos y una espantosa lengua bípeda saborea sus labios.
En la desesperación arrojo sobre él un disco compacto que alcancé a sacar de la guantera. Ahora que lo medito con más tranquilidad jamás imaginé el daño que ocasíonaria.
Para mi sorpresa el reptil al recibir el proyectil musical lanza un grito de dolor y angustía, trata de huír pero cae pesadamente un par de metros más allá quejándose estrepitosamente.
_ ¿Que mierda pasó?_Pregunto mirando la portada que aun conservo en mis manos. "Lo mejor de Ricardo Arjona" Dice el pequeño librillo que acompaña esta colección musical _ ¡Hijo de puta por fin sé para que sirven las malas canciones de este huevón!_ Reflexiono al pensar que algún tipo de utilidad debían tener tantas abominables canciónes (De verdad nunca he podido entender como se puede ser fanático de cantantes como él) Veo aquella bestia semi inconciente en la arena, y corro hacia ella como un lunático en busca de la dulce venganza.
El maldito reptil se retuerce de dolor como una lombriz cuando froto con fuerzas sobre su inmunda píel las fotografías de Ricardo Arjona que trae el pequeño libro _ ¡Muere maldito reptiliano hijo de puta!_ Grito riendo como un orate. Es extraño, pero ahora no me parece tan descabellado que las fotos del canta autor sumados a sus detestables canciones quemaran la durísima epidermis de aquellos horrendos seres.
_ ¡Abandona mi planeta asquerosa criatura!_ Debo decirlo, tengo claro que no solo estaba defendiendo a la humanidad de estos invasores, también disfrutaba de darles "Una probadita de su propia medicina" ¡Malditos extraterrestres!
Me había olvidado por completo del platillo volante; esa cosa en un rápido movimiento trata de rescatar al reptiliano acercandose peligrosamente.
_ ¡Destruyelos Ricardo Arjona!_ Les grito lanzándoles parte de la colección musical del cantante guatemálteco. Imprevistamente y sacando fuerzas de flaquesa el reptil con un desesperado salto digno de jugador profesional de basquetbol sube al disco volante ayudado por aquella misteriosa luz.
_ ¡Por el poder de la canción "Señora de las cuatro décadas" los expulso de mi planeta!_ Lo sé, ese chillido estuvo de más; pero de alguna manera tenía que agradecer la ayuda de Richi (Apelativo cariñoso para referirme a Ricardo Arjona)
Pasados algunos minutos todo regresa a la normalidad; los sonidos del desierto; la radio, y el encendido de mi automóvil. Es como si nada hubiese pasado. Aun jadeante observo varias manchas sobre la arena de lo que pareciera ser sangre, es difícil saberlo pues son de color verde.
Con una mueca parecida a una sonrisa retomo el viaje, esta vez es Ricardo Arjona quien anima la travesía con sus románticas baladas. Mañana sin falta iré a comprar una guitarra y un cancionero de este cantante; iniciaré mi propia cacería de alienígenas. Hago la promesa al retomar el camino hacia la ciudad de Arica.
|