Antonio Machado tiene 33 años cuando se casa con Leonor Izquierdo Cuevas, de 14 años, en la iglesia de Santa María la Mayor” de Soria el 30 de julio de 1909. Se habían conocido en el cuarto trimestre de 1907 en casa de los tíos de ella, donde se hospedaba Machado. Dada su juventud y estatus social, no es previsible que Leonor fuera una joven culta. Leonor había nacido en el castillo de Almenar hace cien años, el 12 de junio de 1894. Su padre era guardia civil. En enero de 1911 parten hacia París, donde enfermará de tuberculosis. Regresan en septiembre y el 1 de agosto de 1912 ella expira en Soria.
Carta de Machado a Juan Ramón Jiménez
Machado escribirá una carta a Juan Ramón Jiménez donde le confiesa lo siguiente: “Cuando perdí a mi mujer pensé pegarme un tiro. El éxito de mi libro (“Campos de Castilla”) me salvó…”.
Sólo tras su muerte, estando ya en Baeza, Leonor aparecerá palpablemente como musa en su poesía, tal y como ha reflejado Marcos Molinero en “Antonio Machado y Soria” (1).
En 1928 Machado conoce en Segovia a la poetisa Pilar de Valderrama, la “Guiomar” de sus poemas. Ella estaba casada y fue una relación romántico-platónica. Se estuvieron viendo y carteando (varios centenares de cartas) hasta 1935. “Guiomar” tenía 22 años menos que Machado (Leonor 19 años menos). Leonor deja de ser la musa de Machado al aparecer en escena Pilar de Valderrama, el gran amor de un Machado en edad madura, a la que escribirá la siguiente confesión: “…a ti y a nadie más que a ti, en todos los sentidos -¡todos!- del amor puedo yo querer. El secreto es sencillamente que yo no he tenido más amor que este. Mis otros amores solo han sido sueños, a través de los cuales vislumbraba yo la mujer real, la diosa” (2).
TEXTO tomado del ensayo LAS MUSAS DE BÉCQUER Y MACHADO de Ángel Almazán. Soria 7 Días, Serie “El Otro Lado”.
Aquí os dejo unos poemas a Leonor y a Guiomar.
1) Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
2)
Solo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche oscura!
*
¡Y en la tersa arena,
cerca de la mar,
tu carne rosa y morena,
súbitamente, Guiomar!
*
En el gris del muro,
cárcel y aposento,
y en un paisaje futuro
con sólo tu voz y el viento;
*
en el nácar frío
de tu zarcillo en mi boca,
Guiomar, y en el calofrío
de una amanecida loca;
*
asomada al malecón
que bate la mar de un sueño,
y bajo el arco del ceño
de mi vigilia a traición,
¡siempre tú!
Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.
|