Salomón y la reina de Saba
Los que no somos ni eruditos de la historia antigua, ni estudiosos de la Biblia, poco, por no decir nada, sabemos del rey Salomón, solo lo que nos han dicho así muy por encima, que era muy sabio, que gobernaba Israel allá por el siglo X, a/C, que era muy justo y para demostrarlo nos contaron como resolvió la demanda de las dos mujeres que reclamaban al mismo niño como su hijo y que al justo y sabio juez, solo se le ocurrió partirle por la mitad, en vez de indagar y analizar a fondo el caso. Si esa decisión, más propia de un bárbaro, era la medida de su justicia, supongo que sus súbditos debían temerle más que admirarle.
Y de la reina de Saba, pues tampoco sabemos los mortales corrientes mucho más. Si acaso que se llamaba Makeda, que era reina de los sabones, país entre Etiopia y el Yemen actuales, que debía ser muy bella, muy lista y una gran diplomática.
Pero gracias a algunas informaciones que he tenido la fortuna de encontrar en antiguos pergaminos y biblias antiguas y después de realizar múltiples consultas a doctos estudiosos de esa época, he podido rescatar algunos datos y sucesos que nos permiten tener un más claro conocimiento de las personalidades de ambos y de algunos hechos que acaecieron durante el tiempo en que ambos convivieron.
Empezaremos trazando un ligero perfil del susodicho rey Salomón.
Salomón llegó al poder después de la muerte de su padre David, y no se hizo con la corona de una forma lógica, no, ni mucho menos, la consiguió después de ir liquidando a todos sus rivales y entre ellos a su hermano Adonais que estaba en el orden sucesorio por delante de él. Con lo que la primera conclusión que se puede sacar es que Salomón no era un hombre que se andaba con tonterías, y que era un tipo de armas tomar, pero, como al parecer era un protegido de Yahve (antes de ser rey se le llamaba Yedide Yah, el amado de Yahve), pues nada que objetar, ventajas de ser un ungido de Dios.
Y en lo referente al Sabio, es difícil definirse, y aunque es verdad que estableció muchas reformas en su país, no sé si todas se podrían decir que procedían de un sabio a tenor de cómo resolvió el célebre juicio. Ahora, eso sí, de lo que si podemos estar seguros es de que fue un libidinoso de tomo y lomo, lo que ahora se llama un salido, tenia setecientas esposas y trescientas concubinas, cantidad que incluso siendo muy benevolente, parece un numero exagerado, si se hubiera contentado con treinta o cuarenta, la cosa hubiera sido diferente, pero no, mil. Con lo que aun a riesgos de tener un juicio superficial, parece lógico pensar, que era un tío bastante salvaje y un adicto al sexo.
Y Makeda, parece ser que tampoco andaba corta de orgullo personal, pero por lo que se sabe, creo debemos ser más benévolos con ella. La reina no solo estaba muy interesada en las ciencias y las artes, sino que fue una gran gobernante para sus súbditos, defendiendo siempre sus derechos, especialmente el de las mujeres a las que había concedido privilegios desconocidos en aquella época. Aunque, eso sí, quizá influenciada por los innumerables ritos religiosos orientales, se veía a sí misma casi como una deidad, y como tal quería conservarse. Había hecho voto de pureza y de virginidad.
Por lo que cuentan fue una gran comerciante y su principal preocupación era aumentar los intercambios de negocios con cualquier parte del mundo conocido. Por esa razón, cuando los viajeros le hablaron de que había en Israel un rey de extremada sabiduría se intereso mucho, primero por ese motivo y segundo por la posibilidad de aumentar las relaciones e intercambios con ese país.
Y como también a Salomón, le habían hablado, en muchas ocasiones, los miembros de las caravanas que cruzaban medio mundo, que mucho más lejos del desierto había una reina que deslumbraba por su belleza. Para que queremos más, Salomón solo de pensarlo, se puso a cien pensando en lo que aquella exótica mujer podría saber y enseñarle. Y empezó a mandar a través de emisarios invitaciones a Makeda en las que según parece, le decía estaba muy interesado en cerrar con ella y con su país contactos más estrechos y traspasos de conocimientos, conocimientos que el mismo se ofrecía a suministrarle e incluso, apuntaba, estaba dispuesto a darle cualquier otra cosa que necesitara, aunque no aclaraba esta ultima parte.
Así que Makeda, aunque no se dejo engañar, guiada por la curiosidad y porque le pareció una excelente oportunidad de conseguir ventajas arancelarias y reformas en los impuestos aduaneros con que Israel grababa los productos que importaba. No se lo pensó mucho mas, se monto en un camello, organizo una caravana repleta de sedas, cosméticos, especias, joyas y productos de la tierra y se hizo los mil kilómetros que la separaban de Israel.
Solo llegar, Salomón en persona salió a recibirla y agasajarla con montones de presentes, vajillas de oro, figuras primorosamente talladas, cofres de sándalo, espadas grabadas y un magnifico tiro de caballos. Todo ello, según le dijo, sin pretender nada a cambio, al menos de momento. Le cedió una de las zonas más lujosas del castillo y la colmo de festines y agasajos, fiestas que Makeda, procedente de culturas más humildes no había conocido.
Pero como mujer, que era, y como avispada reina, enseguida le vio el plumero a Salomón, concluyendo muy pronto, que más que sabio era un listo y que ella no tenía ningún interés en conocer lo que insistentemente le quería enseñar. Pero bueno, pensó, yo a lo mío, así que pasada la primera decepción sobre el tan alabado rey Salomón, se puso manos a la obra para completar la misión que le había llevado hasta allí.
Vendió a muy buen precio las mercancías traídas de su lejano país, las delicadas sedas multicolores, las joyas engarzadas según antiguas técnicas de orfebrería, la mirra, la canela y otras especies, los embriagadores perfumes que solo los orientales eran capaces de hacer, y otros muchos productos desconocidos en esta parte del mundo como el café, el arroz , las lentejas, etc. Y a cambio, compro libros y libros, muchísimos libros, sobre temas ignorados por ella, y vajillas de plata, y maderas de ébano, y plantas y frutos desconocidos, como incienso, algarrobos, pistachos, higos, y sal, mucha sal, muy apreciada en su desértico país, y no se olvido, por supuesto, de hacerse con un gran cargamento de aceite de oliva virgen, mucho aceite de oliva, que su pueblo utilizaba, sobre todo para desayunar, untado en pan con tomate rallado, (algunos historiadores opinan que fueron los sabinos los que inventaron esta combinación, receta que siglos después se apoderaron de ella en Cataluña, denominándola, como una novedad, pa amb tomaquet, aunque no está demostrado).
Durante todo este tiempo se fue apañando, no sin esfuerzo, para esquivar el asedio del lascivo Salomón que la acosaba cada vez mas y que cada día cerraba mas el circulo a su alrededor, pero Makeda, era muy lista y unas veces con distintos argumentos y otras sencillamente esquivandole, conseguía mantenerle a raya, rechazando siempre la oferta del rey de que fuera a sus habitaciones para enseñarle algo que, según él, le iba a gustar. Aunque Makeda se decía.
“Tengo que darme prisa y absorber, como deseo, lo antes posible esta cultura, antes de que este bárbaro logre lo que pretende”
Así que no había día, que no tuviera largas conversaciones con filósofos y santones del templo o visitara bibliotecas para conocer a fondo aquella forma de vida tan distinta a la suya. Y fue fruto de aquellas conversaciones y sus posteriores reflexiones, cuando inesperadamente cambio su concepción sobre lo divino y le cautivo la idea de una religión monoteísta, tan distinta a todo lo que había conocido, cambiando, de un día para otro, su idea de ser una deidad, por otra que le pareció más sensata, sería una santa y como tal se comportaría y guardaría su cuerpo puro, (la idea era algo distinta, pero la actitud la misma que ya tenía de antes).
Y así fueron pasando los días. Ya llevaba, ella y su sequito, más de un año por aquellas tierras, cuando al final, paso lo que paso.
Una noche, se dice que fue drogada con una poción llamada burundanga, muy famosa ahora en nuestros tiempos. Y Makeda cayo, bueno no cayo la depositaron dormida en el lecho de Salomón, que consiguió lo que llevaba buscando hacia ya meses.
Makeda no se entero al principio, se dio cuenta unos meses después cuando vio que esperaba un bebe y viendo además la sonrisita con que Salomón la obsequiaba cuando la veía, y el cese repentino de su cortejo anterior, sin duda por una súbita falta de interés hacia su persona, muy sospechosa, no tuvo dudas de lo que había pasado. El arrebato que cogió, por lo visto fue de campeonato, grito, lloro, insulto, maldijo, amenazo y al final se calmo, pero solo para poder tranquilamente pensar en la venganza, venganza que creyó era licito desear, Salomón le había impedido ser pura y santa para siempre.
“Se iba a acordar de la reina de Saba el Listo este”.
Ya le llamaba siempre así.
“Le daría donde más le iba a doler y trataría de impedir, o al menos hacerle muy difícil, dedicarse a su preferida ocupación, la del sexo”.
Tenía planeada su vuelta para dos meses más tarde, con lo que calculo que tenia justo el tiempo de preparar lo que había decidido hacer, así que una vez meditado se puso manos a la obra.
Al día siguiente, muy temprano, se fue al Harem y empezó a hablar con las mujeres de lo apenada que se sentía al verlas tan dominadas, tan insignificantes, tan manipuladas, tan usadas por Salomón, (no utilizo esa vez lo de Listo), y que esa situación era inconcebible en su país, donde las mujeres eran libres, dueñas de sus cuerpos y con capacidad de decidir su futuro y, sobre todo, su compañero.
Lógicamente, este mensaje y estas ideas no calaron de inmediato en aquellas mujeres que habían estado viviendo toda la vida en otro ambiente y con unos conceptos de si mismas muy diferentes de los de ella. Pero Makeda era mucha Makeda, y siguió insistiendo una vez y otra sobre lo humillante que era para una mujer estar al servicio de los deseos de un hombre, y además un solo hombre que compartían con cientos de otras mujeres y al que, por si fuera poco, le debían sumisión.
Y claro, el mensaje que sonaba encantador en los oídos de esposas y concubinas fue poco a poco calando, hasta que a las tres semanas, empezó a dar su fruto. Consiguiendo que crearan una asociación en que se apuntaron prácticamente todas ellas, la ASOCIACION PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE ESPOSAS Y CONCUBINAS, la ADDEC, que de inmediato empezó a redactar los reglamentos y requisitos que debería cumplir el rey para acercarse a cada una de ellas.
Y como ya estaban embaladas, al poco tiempo crearon un sindicato, SINDICATO DE TRABAJADORAS PARA USO DEL REY SALOMON, el STURS, que regulaba, horarios, salarios, beneficios, vacaciones, ayudas familiares, compensación por servicios fuera de horario, etc.
Y no solo se contentaron con eso, sino que espoleadas por Makeda, comenzaron un huelga salvaje, sin servicios mínimos, hasta que el rey aceptara las demandas que consideraban justas, llevando fuera de palacio sus reivindicaciones, haciendo manifestaciones, pegando carteles y arengas en distintos foros.
Si el berrinche que en su momento tuvo Makeda, fue grande el de Salomón fue épico, como correspondía a un rey de sus características y mucho más sabiendo, como sabia, que él, el rey Salomón, estaba señalado y protegido por Yahve, el ser supremo. Cabreo que tomo ya características cósmicas, cuando el movimiento de liberación se empezó a contagiar a otros grupos, al de los artesanos, al de los albañiles, a los soldados, a los agricultores y muchos más.
No tuvo más remedio que dedicarse en cuerpo y no sé si en alma a resolver los conflictos. Llegar a acuerdos con sus esposas, asignarles sueldos, libertades, permitirles novios si lo deseaban, jubilación a partir de los cuarenta años, aceptar que podían negarse a sus requerimientos solo diciéndole que les dolía la cabeza y cientos de derechos mas, que nunca había pensado tendría que conceder. Con los otros grupos y gremios, fue menos condescendiente y lo resolvió con más facilidad solo tuvo que separar delicadamente la cabeza del cuerpo a cuarenta o cincuenta protestones y todo volvió a la calma.
Momento en que pudo ya reflexionar y pensar que había pasado y como podía haber ocurrido este movimiento y cómo fue que empezó por el grupo de sus mujeres. Y es cuando se percato de que había sido Makeda, la orgullosa reina de Saba, la que, sin duda, había estado detrás del movimiento.
La mando buscar, pero ya era tarde, la reina de Saba y su sequito estaban descansando en un oasis del desierto de Danakil, a menos de cien kilómetros de su casa.
Y ya no supo más de aquella astuta mujer que se atrevió a enfrentársele.
Pero pasado el tiempo, si volvió a tener un nuevo encuentro con su pasado. Habían trascurrido veinte años de aquello hechos, cuando llego a Israel un joven príncipe, Menelik I, que dijo ser un rey oriental que estaba viajando por la zona, como ampliación de estudios, engañando a Salomón, porque lo que pretendía y consiguió, robar el Arca de La Alianza, el más preciado tesoro que guardaba los israelitas y a la que adoraban como su mayor reliquia.
Menelik, se la llevo hasta Etiopia, donde se la entrego a Makeda, su madre, fue ese el último episodio de su venganza.
Este nuevo suceso debilito mucho la figura del rey, que se vio acosado por las críticas de muchos de sus súbditos, siendo algunos historiadores de la opinión de que fue el origen de la escisión de su imperio en las Doce Tribus de Israel.
Pero esa es otra historia.
Fernando Mateo
Febrero 2017
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