El viento sopla por la ventana trayendo recuerdos.

De pronto vuelve la niñez con esas eternas tardes cálidas. Esas que te hacían recostarte en el suelo.

O aquellas tardes acostada en la cama para pasar el frío.

La niñez nunca se va, nunca abandona del todo.

Ya no juego y hoy sólo observo a esa niña en la distancia. Tendría mucho que aconsejarle, pero se la llevó el tiempo sin embargo viene a visitarme a veces.

Tan pausada, tan completa, tan llena de motivaciones, de novedad, de cantidad de razas de perros y gatos que conocer.

De mirar hojas distintas, de pétalos y tapas de botella.

Me prestas tu sentir por unos instantes y me siento tú otra vez, me emociono cuando me muestras tus diarios recortados, los artículos que juntabas y las muñequitas de cartón que tenías que vestir.

¡Qué el tiempo pase!, pero nunca dejes de viajar en el tiempo, nunca dejes de volver al ayer donde tu inocencia te emocione de nuevo.

Si abres la puerta a los recuerdos que sea para tu asombro, programa tu viaje para los años más buenos.

Recuerda. Y de vuelta al presente deja que los perfumes de ese ayer entren como el viento por la ventana abierta.