JUANITA VIVE EN VILLACONEJOS
Villaconejos es una población pequeña, de coquetas y originales madrigueras. Sus habitantes optaron por la uniformidad en la construcción de sus refugios. Aíslan sus ventanas con cortinillas
de vivos colores y cierran sus entradas con puertas de madera, con aldaba en forma de conejo.
Y lo más original: amantes de la luz, rompieron con la tradición de las madrigueras subterráneas y las suyas se levantan sobre la tierra.
Villaconejos tiene alrededor un bosque y un río. El poblado cuenta con iglesia, escuela, dispensario médico y un pequeño centro comercial.
Entre sus habitantes, está la familia de Juanita, nuestra protagonista. Jacinto, su padre, es un conejo silencioso, afín al dicho "El que mucho habla, mucho yerra". Trabaja de sol a sol por lo que es Eloísa, su esposa, la que se encarga de la casa y de la pequeña Juanita. Eloísa, en cambio, piensa que si calla, revienta. Es una coneja charlatana cuya locuacidad ha sido heredada por su gazapita.
Discurre apaciblemente la vida en Villaconejos. El silencio sólo se rompe por los gritos con que los pequeños roedores acompañan sus juegos, unos juegos que no tienen la frecuencia ni la duración de los pasatiempos estivales, debido al cambio de estación. El incipiente otoño ha dorado el bosque. Las primeras lluvias han hecho brotar las setas, que nunca faltan a la cita con la estación. La presencia del hombre en el bosque (en busca de los tan preciados hongos o de leña con que calentarse en las otoñales veladas nocturnas) ahuyentan a nuestros queridos gazapos, siempre huidizos a la presencia humana.
Nota: Entré en la página en el 2005 con el sobrenombre de Notario. Por entonces escribí una serie de cuentos infantiles a mi hija. Los he presentado a dos editoriales con las ilustraciones de una amiga mía pintora pero no debieron de gustar. Los he sacado de nuevo del cajón. A ver qué os parecen.
Mi hija siempre me dijo que no importaba que no se publicaran, que ella ya era afortunada con haberlos podido leer. Y no le faltaba razón.
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