escucho la belleza de la música... el sonido de la soledad... el intenso dolor de la tristeza... mientras tanto, estoy escribiendo, como todas las tardes y noches... muchas veces, escribo en las mañanas... no sé si seré un gran escritor, no es importante para mi... lo que sé es que mientras tenga fuerzas, escribiré acerca de esta aventura llamada vida...
dos personas llegaron a la casa... un hombre y una mujer... ya mayores de cuarenta años... estaban casados... uno de ellos era profesor de arte, y la mujer era correctora de libros... en verdad, eran personas interesantes... hablaron de muchas cosas... pero lo que mas me queda de ellos son sus rostros alegres y la promesa de que cuando viajase a París, iba a conocer la verdadera Francia...
ya se fueron... esto hace mas de cinco años... pero el tiempo no tiene importancia... la soledad en mi vida se ha vuelto cálida... puedo respirar y mi cuerpo ha dejado de temblar... si esto es todo, es muy parecido al cielo... tengo un amigo que está regalando todo cuanto acopio en su larga vida de mas de noventa años... me obsequió un bello cuadro... lo recibí aunque me daba verguenza pues no era mi deseo... me lo obsequió con alegría... lo recibí y supe que mi amigo lo era mas...
el ruído del agua pasando a través del caño es tan hermoso como el claro de luna de chopin... estoy respirando con belleza... estoy a punto de entender la vida... ésta es clara como el cielo... es intensa como una tormenta... y dulce como un atardecer de verano... ya no sé qué decir... por ello, deseo seguir viviendo en paz y con las manos abiertas a cualquier momento de paz...