CÍRCULO OSCURO DEL AMOR
Alguien le habló por teléfono a su trabajo para comentarle que aquel hombre se le había visto lloroso por la calle. Dejó entonces por un momento la rutina de sus labores para evocar el pasado de ese tipo. De escasa estatura, vigoroso años ha, dientes destemplados que nunca quiso corregirse. Siempre taciturno, de una imaginación super desbordada, aprendiz de todo, maestro de nada bueno.
Así lo recordaba o de esa forma quería recordarlo, porque alguna vez le tuvo cariño, consideración y respeto. Solo eso, pues él nunca pudo satisfacerla en la intimidad, y el amor para crecer necesita de la pasión, lo dicen los griegos. Él y nadie más que él era el culpable de su dipsomanía y de aquella terrible necesidad de cariño que sentía.
Pero bueno, era Día de San Valentín, se condolió de aquel pobre hombre y entonces decidió ir a su casa y entregarle un obsequio. Hacía mucho tiempo que no tenía intimidad con él, ¿por qué no hacerlo en Día del amor y la amistad? Se apresuró en ir a comprar el regalo. Al llegar a la cosa donde vivía el tipo aquel, la sirvienta le abrió la puerta y le dijo que el patrón estaba en su estudio.
Caminó lentamente hacia el lugar indicado, por unos segundos quiso desistir de su idea, pero finalmente pensó que si no terminaba “bien atornillada” como a ella le gustaba, al menos un remedo de coito tendría que haber.
Llamó a la puerta con desgano, un “adelante” destemplado la invitó a pasar. Encontró al tipo como ido frente al ordenador.
— Te traigo un regalo de Día de la amistad. Le dijo sin matices en la voz.
El hombre sin volverse, buscó entre sus cosas y sacó un envoltorio que denotaba un obsequio. Se puso en pie y lo extendió con timidez a la mujer.
—Toma, este es mi regalo… Ábrelo. Sin mirarse a los ojos intercambiaron presentes. Luego ella agregó muy sugerente: Espero que lo que te traje lo uses muy pronto, me encantaría vértelo puesto.
Casi al mismo tiempo uno y otra abrieron sus regalos. Cuando el tipo vio de qué se trataba el suyo rompió en llanto. ¡Era una buena dotación de pastillas azules y de preservativos! Con la cara enrojecida por la ira y la vergüenza le gritó:
— ¡Miserable! ¡Mujer de pacotilla!, ¡bien sabes que esto ya no me sirve!, ¡burlona perversa!
Ella terminó de desenvolver su obsequio, ¡Era una botella de su licor preferito!
Entonces ripostó furibunda: ¡Tu conchamadre, al menos para escoger un regalo no eres impotente!
Salió de prisa dando un portazo. Le urgía descorchar su botella para al menos en la embriaguez soñar con un feliz y sexual Día del amor.
Lo que el tipo no le dijo a la iracunda mujer, es que ese día el lloraba por la calle camino a comprar el regalo, porque sabía muy bien de las dos cosas que más le gustaban a la mujer aquella y, que si ya no era capaz de ofrecerle una de ellas, al menos podía darle unas horas de etílica felicidad.
¡Ah, las parejas, cuando el amor y el sexo acaban…
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Seguramente otras y otros escribirán a propósito de esta fecha, historias edulcoradas, candorosas y algo por el estilo. Yo creo que aproximar la narrativa a la realidad también sirve. Además a mí me divierte decir las cosas como son, sin tapujos. Y si no lo creen así o les molesta a alguien, eso, eso me divierte mucho más.
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