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Por Jazbel Kamsky.

EL VERDADERO AMOR

Un singular lagarto de pronunciadas cejas y grandes fauces reposaba tendido sobre la cálida arena blanca de la playa, y con lentes oscuros puestos miraba el ocaso del sol mientras meditaba: –No existe una hembra que sea ideal para mí. –Sus ojos saltones de pronto se encontraban observando los miles de agujeros en la seca arena a orillas del mar--. Los cangrejos revoloteaban a su alrededor y sin equivocarse llegaban a su destino. --¿Cómo pueden estos pequeños crustáceos saber cuál es el agujero que les pertenece de los miles que hay en su entorno? ¿Cómo yo siendo gigante en comparación de aquellos pequeños animales, no puedo saber cuál es la hembra correcta? –Se cuestionaba así mismo--.

Algunos recuerdos de sus relaciones con parejas anteriores lo inundaron bruscamente, la felina de Isabel vino de pronto a su mente; su particular forma de acicalarse y ronronear le encantaban mucho, la zorra de Martha floreció como una rosa en sus destellos; su inteligencia y astucia le hacían sentir gran admiración por ella, la coneja de Carmen cubrió de forma espontánea sus sentidos; su candidez, su fragancia a zanahorias recién cosechadas y su trato extremadamente amable le provocaban ser también tierno con ella, y finalmente la loba de Patricia excitó sus neuronas de lagarto; su amante más apasionada y revivir sus maravillosas artes en el aullido le escarapelaron toda su escamosa piel.

Una gigantesca ola de mar lo mojó de cuerpo entero, y lo arrastró sin poder oponer resistencia hacia aguas más profundas. El pobre lagarto estaba siendo revolcado por las agresivas corrientes marinas y a punto de perder la vida, pero en sus pensamientos lo que realmente le preocupaba en ese momento no era morir ahogado, sino el no poder encontrar a su pareja ideal, ahora incluso dudaba hasta de su existencia.

--Juancho, despierta. –Una melodiosa voz lo arrullaba como cuando era aún pequeño--. El lagarto al escuchar su nombre abrió con lentitud sus adormitados ojos, se encontraba tendido en la arena mojada, a su lado una hermosa hembra lagarto le acariciaba el dorso mientras lo miraba con ternura, emanaba una deliciosa fragancia a aguas pantanosas de su bronceada piel, su especial forma de hablar era tan cándida. –¿Sería posible que la atractiva lagarto fuera una mezcla de todas sus ex parejas? –Sin dejar de observarla atentamente continuó buscando una probable explicación--.

María, la lagarto despampanante, hizo que en tan solo una semana; Juancho, se olvidara de los mejores atributos de sus antiguas parejas. Era perfecta, no había ninguna hembra que se le comparase, y sin explicárselo aquella lagarto conocía todo sobre su vida, incluso los pequeños detalles que olvidaba a veces.

Los días dejaron de ser días, las semanas de ser semanas y los meses de ser meses, así pasaron varios años, y Juancho ya no caminaba solo, María caminaba junto a él. Sintió por primera vez miedo a la muerte, temblaba de solo pensar como sería ya no poder caminar junto a María. No le importaba saber cómo llegó María a su vida, sino el seguir disfrutando del camino en su compañía.

Ya ancianos, María enfermó, cayó en cama y días posteriores falleció. Después de varios meses sin querer salir de casa, el anciano Juancho volvió a aquella playa de arena blanca donde por primera vez conoció a su pareja ideal. Mientras recordaba el momento, un viejo cangrejo se le acercó cautelosamente y le confesó: --María era mi hermana. –¿Qué estás diciéndome crustáceo insolente? –Le replicó el lagarto--. --¡Escúchame primero! –El cangrejo continuó: --Mi hermana al conocerte en aquel verano, y saber que deseabas encontrar a tu hembra ideal, le solicitó a los Dioses el poder ser todo lo que tu deseabas en una hembra, y vivir el resto de sus días a tu lado. --¿Qué es lo que me dices? –Le refutó incrédulo Juancho--. El anciano cangrejo terminó diciendo: --Mi hermana nunca fue perfecta, todo lo contrario, se equivocó muchas veces, y estas equivocaciones le permitieron madurar y darse cuenta que jamás disfrutaría de la vida siendo cangrejo, es así que deseó con todo su corazón ser lagarto, y ahora que está muerta te confieso que no solo te buscó, sino que al encontrarte disfrutó al amarte.

FIN.

Texto agregado el 12-02-2017, y leído por 227 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-02-2017 Jazbel, me puedes indicar dónde está ubicada esa feliz playa???. Un abrazo, esperando tu respuesta...... FerdiCartago
13-02-2017 Un trabajo con un buen hilo conductor, mantienes la tensión y el final es hermoso, una lección de vida acuñada de buena manera, muy bien logrado. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
13-02-2017 A veces no es lo que parece. como esa hembre soñada. la vida se adapta a nuestros deseos y nosotros no adaptamos a lo que la vida nos ofrece , lo importante es ser feliz como juancho que sin importar ,que, encontró lo que buscaba,,, un abrazo, es la primera ves que te leo, seguiré tus letras rolandofa
12-02-2017 Está muy bien el cuento. ***** grilo
 
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