_ Perdóname Jorge, pero no siento lo mismo por ti_ Dice Judith Cecilia mirándome directamente a los ojos. Debo ser sincero; no esperaba y no estaba listo para una respuesta tan directa; me sorprende y desconcierta. Caigo indefenso sobre una tormenta de sentimientos encontrados.
El dolor que pensé inexistente se presenta de improvisto, suavemente envuelve mis pensamientos convirtiendo mis anhelos en una interminable llovizna de tristezas; poco a poco se van anegando todos mis sueños junto a ti.
_ ¿Vamos?_ Preguntas levantándote sin esperar respuesta. Caminamos alejándonos de la boscosa plazuela, lo hacemos en silencio, tomas mi brazo y dibujas en tu rostro una sonrisa cuando nuestras miradas se encuentran. Percibo los dementes vacíos que desvelaron las alegrías de tus letras.
Quizás en este momento solo tenga la certeza que no precisas de mis palabras, tampoco de mi compañia.
¡Por favor no te entregues al desconcierto!
Aun cuando vistas de ausencias u olvidos te esperaré sediento del sabor de tus besos y del calor de tu aliento...
¡Ayúdame a sacar tu corazón del crudo invierno!
Mis poesías necesitan de ti...