LOCO TÚ, LOCO YO
El loco camina tembloroso por las calles de la pequeña ciudad. La boca abierta, gesticulando, mirada acuosa, nerviosismo palpable en todo su ser. A su paso hace gestos a quienes encuentra en su camino, gruñe como un enfurecido. Una mujer corre aterrorizada, dos niños gritan voz en cuello nada más verlo venir. De entre la gente aparece un hombrecillo regordete, de extremada calvicie, patizambo y vientre prominente. Enfrenta al loco y muy modosito le habla con voz pausada:
— ¿Qué te pasa hermano?
— ¿Por qué asustas a mujeres y niños? El loco lo mira fijamente, le escurre baba de la boca.
El hombrecillo regordete aprovecha el estado calmo del loco y le confía:
—Soy psicólogo, de los mejores del mundo, por no decir que el mejor, nadie como yo en esta especialidad. Luego agrega con un extraño brillo de poder en la mirada:
—He presentado miles y miles de conferencias sobre la enfermedad que tienes.
—Ven conmigo, ¡yo te curaré!
— ¡Puedo cambiarte la vida! Termina diciendo.
El loco pega un alarido y los ojos casi se le desorbitan, sale corriendo maldiciendo, blasfemando, en medio de la jeringonza, de tanta incoherencia, solo alcanza a entendérsele:
— ¡Este puto gordo está más loco y es más peligroso que yo!
Nunca más se vio al loco furioso por la ciudad. El otro pinche loco sigue aquí entre nosotros… tan campante.
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