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Si fuera virgen diría que parecía un ángel, melena con corte brit, color rojo intenso, un rojo pasionario, los lentes negros le ocultaban los ojos, diría que eran unos ojos escurridizos, casi endemoniados. En la frente tenía pintada una equis, como queriendo decir que estaba marcada de por vida, o que la vida ya la había marcado demasiadas veces... en una palabra, era hermosa.
Llevaba una chaqueta azul con el cuello levantado y la conjunción de lentes negros y poca visibilidad le daban el aire de una estrella rock, o de esas minas que ves una sola vez y que te enamoras de ellas para siempre, como si quedaran marcadas en tu cabeza, como la memoria de partida de un computador, y la verdad es que te gustaría jugar con ellas en sus conectores I/O, tanto en paralelo como en auxiliar, pero sabes que están mucho más allá de tus capacidades. Bueno, así se veía la única vez que la vi, y de esa vez que la busco por siempre.
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Esa conjunción de pelo rojo mal teñido, la chaqueta comprada en una barata de ropa femenina, los lentes oscuros, y la equis que me dibujo mientras me miro al espejo del baño, me hacen tener la apariencia de una niña perdida en carrete o un niño con problemas para asumir su condición tri(zzzztemente) sexual.
De todas formas, me veo hermosa.
- cristóbal! – me grita Benjamín –
Me termino de marcar la equis y bajamos del departamento a tomarnos la primera cerveza nadista de la noche.
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