LUCHÍN, EL NIÑO HERMANABLE. ( Para la gente menuda)
Luchín, el moreno muchachito, de negro cabello ensortijado, ojos vivaces, tiene nueve años, cursa tercero básico. De vuelta a su casa va apurado y contento pues su profesor de gimnasia prometió que todos los que pudieran encaramarse sin dificultad en el caballete, se ganarían un paseo al río, él lo hizo a la primera.
Llegó el ansiado sábado, en la puerta de la escuelita de la población, ya estaba el profe con dos apoderados que los acompañarían. Los doce niños contentos, haciéndose bromas, caminaron sin cansarse los cuatro kilómetros. Ya a orillas del río, se cambiaron de ropa, alguien sacó la pelota y empezó la pichanga entre unos cuantos, otros prefirieron agarrarse de las lianas de los sauces para columpiarse. Luego el almuerzo; o sea cada cual comer su sanguchito de mortadela o huevo revuelto, junto con el vaso de té que repartieron los apoderados.
-Observen bien, el lunes quiero una completa crónica sobre esta salida-les dijo el profesor.
La composición de Luchín fue la más entretenida, el profesor lo premió con un volantín.
En casa, su papá le ayudó a colocar los tirantes, y en un dos por tres Luchín ya estaba encumbrándolo. Juego que en medio del patio, compartía de buena gana con Juanito, su hermano menor.
-Luchín, anda a comprar el pan para la once- le dijo su mamá desde la cocina.
-Juanito, ya te enseñé cómo se hace; tirantealo,tirantealo,pero suavecito, yo vuelvo al tiro –
Juanito se envalentó de la responsabilidad que le dió su hermano. Empezó a dar hilo; feliz veía como el volantín tricolor (réplica de nuestra bandera) subía más y más.
De pronto apareció un hoyo en el cielo y hacía allá se encaminó el volantín. Juanito viendo el peligro, rápido enrolló y enrolló el hilo que de pronto se escapó de sus manos. La curiosidad del volantín ganó.
Cuando Luchín regresó del mandado Juanito estaba llorando. Luchín, al ver en el suelo, la cañuela con el hilo cortado, comprendió de inmediato.
Subiendo a su hermanito al apa, entró a la casa a tomar once con pan calientito, para pasar la pena.
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